Bolaños, hoy un problema para el PSOE

Pilar Cernuda
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El empeño del ministro de Presidencia de asistir a la fiesta del Dos de Mayo le ha colocado contra las cuerdas, ya que los socialistas madrileños consideran su actitud como beneficiosa para Ayuso

Protocolo había permitido a Bolaños, a pesar de no estar invitado, ocupar un lugar reservado con las autoridades. - Foto: E.P.

Se recibió con satisfacción su nombramiento como ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Félix Bolaños era afiliado del PSOE de toda la vida, con influencia en Ferraz y también en la sede socialista madrileña. Se le quería, de ahí la satisfacción y, sobre todo, su nombramiento llevaba aparejada la salida de Iván Redondo de la Jefatura de Gabinete del presidente Sánchez. 

Redondo era hombre polémico dentro y fuera del partido y, probablemente, su caída fue considerada por el ministro de la Presidencia como un éxito personal; la relación de los dos hombres de máxima confianza de Pedro Sánchez se había envenenado hasta provocar una situación insostenible. 

Abogado de profesión, que llegó a ejercer en uno de los bufetes de más renombre de Madrid, Uría y Menéndez, y después en el Banco de España, Bolaños es militante y con un gran protagonismo en el PSOE madrileño, donde se considera desde hace tiempo que aspira a convertirse en un futuro próximo en líder regional. 

Muy cercano a Sánchez cuando el hoy presidente fue expulsado de la Secretaría General por sus propios compañeros -Bolaños no solo fue apoyo moral sino que le asesoró profesionalmente como hombre de leyes-. Cuando Sánchez superó la crisis y fue elegido presidente se llevó a Bolaños a Moncloa, como secretario general. Un cargo de la máxima confianza. Problema: Sánchez nombró Jefe de su Gabinete a Iván Redondo, su estratega político, por lo que quiso tenerlo a su lado cuando iniciaba su andadura como máximo responsable. Orgánicamente, Bolaños dependía de Redondo.

La rivalidad entre los dos políticos con tanto poder era inevitable. Sobre todo, cuando Sánchez encargó a Bolaños dos operaciones muy delicadas. Una, la negociación con la familia Franco para la exhumación del dictador y trasladar sus restos al cementerio de Monterrubio. Fue su primer acto con repercusión nacional. La segunda, fue con el PP, con Teófilo García, para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. La versión del ministro era que había llegado a un acuerdo, hasta que puso sobre la mesa a Victoria Rosell y Ricardo de Prado. 

Morir de éxito

Se puede morir de éxito, y es lo que le ocurrió a Iván Redondo, que se ocupó tanto de vender su eficacia y apuntarse triunfos que no siempre le correspondían que, cuando el PSOE tuvo un fracaso histórico en las elecciones madrileñas en las que él había dirigido la campaña electoral de Ángel Gabilondo y quedaron tercera fuerza por debajo de Más Madrid, desde el Ferraz arreciaron las críticas.

Como ministro de la Presidencia, Félix Bolaños se convirtió en la mano derecha del presidente, más incluso que cualquiera de las vicepresidencias y a él encargó Sánchez las misiones más delicadas. 

Por envidia ante su creciente poder, por su vanidad o por su exceso de exposición, empezó el proceso inverso al que había vivido y se le empezó a ver como un hombre excesivamente ambicioso, que aspiraba a ser el líder del PSOE madrileño para optar a relevar a Pedro Sánchez como líder nacional cuando llegara el momento.

Precisamente, en la sede de los socialistas madrileños es donde peor ha sentado el episodio de Bolaños en la fiesta del Dos de Mayo, cuando se empeñó en asistir a una fiesta a la que no había sido invitado. Critican su actitud porque es comentario unánime que la polémica ha potenciado a la presidenta y candidata madrileña del PP y coloca en una situación más precaria al candidato Juan Lobato, un hombre que llegaba con un perfil atractivo, discreto, abierto, joven, que hacía pensar que podría mejorar sensiblemente el resultado de las anteriores elecciones.

Los defensores del ministro arrecian contra Isabel Ayuso y esgrimen el protocolo para justificar la presencia del ministro. Los defensores de la popular esgrimen, por su parte, toda una lista de agravios de Bolaños.

El año pasado, cuando representó al jefe de Gobierno en la conmemoración, y por eso presidió el desfile militar, boicoteó la conmemoración con sus declaraciones sobre el hackeo del móvil del líder de Ejecutivo a través del sistema Pegasus, llevando a segundo o tercer plano la información generada en la fiesta del Dos de Mayo. No fue invitado este año, aunque sí la ministra de Administración Territorial, que delegó en Bolaños, y se le comunicó que un ministro no puede delegar en otro, solo puede hacerlo el presidente. 

Se empeñó en ir y su gabinete de protocolo envió una nota al Gabinete de Isabel Ayuso pidiendo que se le adjuntara el programa del acto conmemorativo y el lugar que se le había asignado. Se le respondió que no estaba invitado. 

Margarita Robles pidió ser invitada porque había una parada militar, y se la envió y, además, presidió esa parada junto a Isabel Díaz Ayuso. El día anterior a la fiesta, desde protocolo del ministro se advirtió que acudiría, y en Sol se decidió adjudicarle un sitio en primera fila, al lado de Robles y junto al resto de las autoridades. Cuando empezó a hablar la presidenta regional, Félix Bolaños se levantó y se ausentó durante 10 minutos, una falta absoluta de cortesía.

Se le había permitido, a pesar de no estar invitado, a ocupar un lugar reservado junto a las autoridades que no subirían a la tribuna. Cuando estaba allí, su jefe de protocolo le indicó que tenía derecho a estar en la tribuna, y se empeñó en subir, produciéndose la escena tantas veces repetida en vídeos en los que se observa cómo la jefa de protocolo le impide que suba los escalones alegando cuestiones de protocolo.

En el PP, sienten euforia porque la opinión casi unánime de los sociólogos es que el episodio ha dado alas a Isabel Ayuso. En el PSOE crece la preocupación. Sobre todo en la sede de los socialistas de la capital. El político era la gran esperanza para el PSOE de Madrid tras los sucesivos fracasos electorales, y la conmemoración del Dos de Mayo ha sido una piedra en el camino. Que esa piedra se convierta en zanja se verá el 28 de mayo.