La seguridad en Sonorama mira al «embudo» de la calle Isilla

I.M.L. / Aranda
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El dispositivo que despliega la Policía Nacional desde el subsuelo al cielo ha logrado regular las vías de evacuación en los conciertos matutinos de la plaza del Trigo, pero incide en este punto para el año 2024

Los guías caninos llevan patrullando el recinto del festival desde 2022. - Foto: Valdivielso

En los últimos seis años, el festival Sonorama Ribera se ha enfrentado a muchos cambios. De forma paralela, el dispositivo de seguridad que se articula en torno a esos cuatro o cinco días de conciertos, tanto diurnos como nocturnos, también se ha incrementado de forma exponencial, tanto en efectivos como en la variedad de unidades de la Policía Nacional que trabajan en Aranda esos días y la colaboración tanto con la seguridad privada de la organización como con otros cuerpos e instituciones como Policía Local, Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja y el Hospital de los Santos Reyes.

Este despliegue, y el uso de las últimas tecnologías, han servido para optimizar la seguridad de los asistentes al festival, pero también de los que no lo hacen pero están esos días en la capital ribereña. «Nuestro gran problema no es tanto el Sonorama como el impacto del Sonorama en Aranda de Duero», remarca Joaquín Gomá, jefe de la Comisaría de la Policía Nacional en la capital ribereña, poniendo el foco en que la seguridad tiene que estar garantizada para todos. 

Por ello, después de lo que ha sido su último Sonorama Ribera en activo antes de su jubilación, destaca dos puntos calientes para mejorar de cara a la próxima edición. En el horario diurno, cuando los conciertos en la plaza del Trigo superan ya los 16.000 asistentes, la preocupación no es tanto por el tramo de este espacio que está más cerca del escenario, donde la creación de vías de evacuación, de entrada y de salida diferenciadas, ha mejorado mucho el tránsito de personas. El foco que debería preocupar de cara al próximo año es el tramo que sigue, el de la calle Isilla. «Si se llena hasta la plaza de la Constitución, podemos tener un problema porque es un embudo, ahí no te puedes expandir, estás metido en una literalmente ratonera», explica de manera muy gráfica Gomá, que apostilla que aún no se ha masificado ese entorno, pero que le queda poco.

Durante todo Sonorama Ribera, la comisaría arandina traslada todo su operativo a las instalaciones del festival. Durante todo Sonorama Ribera, la comisaría arandina traslada todo su operativo a las instalaciones del festival. - Foto: Valdivielso

Tirando de símil de la historia bélica, el inspector jefe reconoce que la climatología de un mediodía de mediados de agosto facilita que aún quede un espacio libre para posibles evacuaciones y expansiones. «Si los rusos con la invasión napoleónica tenían a su favor al general invierno, nosotros tenemos al general verano, es decir, justo cuando termina la calle Isilla hay una zona de sol donde se nos meten los 40º C y no se ocupa, por lo que todo se abre hacia la plaza de la Constitución», explica de forma muy gráfica.

En esta última edición, el uso de drones ha permitido hacerse una idea a los responsables de la Policía Nacional del transcurso de los conciertos nocturnos desde el punto de vista de la seguridad. Las imágenes infrarrojas durante el concierto de Amaral constataron que en el recinto del Picón se concentraron más de 50.000 personas, moviéndose como una masa y dejando al descubierto los fallos en la organización de ese gran espacio. «Este año, el Picón que en el año 2019 tenía ese modelo californiano de apertura, de poder disfrutar del concierto tumbado en el suelo, ha desaparecido por completo, es decir, estamos a reventar otra vez, hasta la bandera, de hecho, el Picón, tal y como está diseñado, se ha quedado obsoleto», afirma categórico Gomá. 

Entre las medidas que habrá que plantar de cara a la próxima edición, el responsable en Aranda de la Policía Nacional deja tareas para quien se haga cargo del dispositivo de seguridad: Ampliar el número de salidas y entradas, mejorar las vías de evacuación y señalizarlas de manera más visible, facilitar un flujo de entrada y salida en los aseos o eliminar obstáculos que entorpezcan el tránsito de personas, como las tiendas de camisetas a la entrada de los baños o la pista de coches de choque. 

Pero eso será para 2024, porque en esta edición, aparte de los robos de móviles del primer día, que se cortaron de raíz con dos detenciones, no se han registrado incidentes reseñables para el volumen de asistencia al festival. «Podemos sacar pecho porque las cosas han salido bien y con responsabilidad compartida por parte de todos los intervinientes», remarca Gomá.