50 años cultivando el lado creativo

I.L.H.
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La Escuela de Arte y Superior de Diseño (EASD) cumple medio siglo fortaleciendo la parte artística de su alumnado. Con la mirada puesta en los títulos de posgrado, el centro ansía una mayor integración con la industria burgalesa

Desde la izquierda y de pie: Adriana Álvarez, Sara González y Fátima García. Sentada, Raquel Soto. - Foto: Alberto Rodrigo

No vamos a generalizar, pero se les distingue de lejos. Pelos de colores, atuendo nada discreto, aficiones peculiares y sobre todo una sensibilidad especial para observar y acercarse al mundo. El alumnado de la Escuela de Arte y Superior de Diseño (EASD) tiene un perfil que suele diferir del de otros centros de educación reglada y que hace que esa diferencia se respire en el ambiente. Siempre ha sido así. También cuando era la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, como se llamaba cuando empezó hace cincuenta años en otro edificio y con  otras enseñanzas, pero con la misma filosofía de centrarse en el lado creativo.

La EASD cumple medio siglo atendiendo esa premisa con la evolución que exigen los tiempos. Porque si se acuerdan, la Escuela de Artes y Oficios empezó centrándose en Dorado y policromía, Esmaltes y Repujado y Talla en madera. Acudían jóvenes, por supuesto, pero también contaban con un alumnado maduro que encontraba la posibilidad de desarrollar una faceta que por su vida profesional o personal no habían podido antes.

Estaban entonces ubicados en la calle Francisco de Vitoria y su trabajo era sobre todo artesanal. Hoy la EASD tiene su sede en la calle Sahagún, junto a la UBU, y además del Bachillerato Artístico se les conoce por impartir los grados de Diseño (en Moda y Producto), los ciclos superiores de Fotografía, Ilustración y Animación, y el ciclo medio de Artesanía y Complementos en Cuero, estudios que se apoyan en lo tecnológico aunque no olvidan el modelo artesano del diseño.

«Antes se hacían cosas con las manos, ahora gran parte se suple con los ordenadores. Aún así sigue el dibujo, el volumen o el patronaje que exige destreza manual. Sin olvidarnos de que se incorporan las cortadoras láser, las impresoras 3D... que son muy buenas herramientas y complementan la visión actual que requiere el diseño», detalla Raquel Soto, que antes de profesora, jefa de Estudios y directora en funciones fue alumna de la primera promoción de Moda.

La incorporación en el curso 89-90 del Bachillerato Artístico a sus aulas fue, sin duda, uno de los cambios más importantes que ha vivido el centro. «Llegan de centros donde se les considera los raritos o que simplemente destacan por la diferencia, y de repente aquí ven que los de alrededor son iguales a ellos. Encuentran su sitio y se sienten integrados, o así nos lo dicen», resumen Adriana Álvarez, profesora y exalumna, y Fátima García, profesora de Inglés y una de las pocas plazas fijas que hay en el centro (el 90% son interinos).

«La sensibilidad de estos jóvenes se nota en la convivencia y en los pasillos. Tienen un espíritu más libre, no están condicionados por la nota o por determinadas signaturas (alguno sí, por supuesto) y disfrutan de lo que están estudiando no porque se lo impongan para lo siguiente que quieren estudiar. Y si les pides trabajar en cualquier tema, siempre sale su vena artística. Y su sensibilidad se nota a la hora de relacionarse con la gente: hay más empatía», añaden. 

Mirando al futuro. La EASD es la primera escuela en Castilla y León que imparte dos diseños: Moda que lleva 15 años y Producto, del que no ha salido todavía la primera promoción. Con cerca de 500 estudiantes y una plantilla de 59 profesores (muy lejos de aquellos 23 estudiantes y tres docentes del primer año), el 20% procede de fuera.

Pero quiere seguir creciendo. Aspiran a contar con enseñanzas de todos los niveles y una  mayor implicación de la industria. «La mayoría del alumnado está trabajando; aunque quizá no en lo que esperaban al empezar. Gran parte tiene que salir fuera porque aquí hay mucha industria, pero no piensan en lo que puede aportar el lado creativo. No asocian su producción al mundo artístico y en el organigrama no se tiene en cuenta. Cualquier sector debería creer en nuestros artistas. Hace falta una mayor integración porque lo creativo tiene mucho que decir», apunta la profesora Sara González, que también fue alumna de la primera promoción de Moda.