Editorial

Una petición de perdón condicionada y a tres días de las elecciones

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En una estrategia electoral perfectamente calculada, el candidato de EH Bildu a la lehendakaritza, Pello Otxandiano, pidió ayer «perdón con toda sinceridad» por si había «herido la sensibilidad de las víctimas». Pretendía de este modo salir al paso de su absoluta incapacidad para definir a ETA como una banda terrorista; un patinazo que puede frenar esa tendencia al alza que vienen otorgando las encuestas a la formación abertzale y que ha mostrado el lado más hipócrita de un Gobierno central que, por un lado, condena enérgicamente esa laxitud a la hora de definir a ETA y, por otro, no duda en negociar con ellos sus apoyos siempre que los necesita.

Otxandiano no deja de ser un producto de laboratorio. Desde el atuendo hasta el discurso, todo está estudiado con un único objetivo: no despertar recelos. Esta imagen va en consonancia con el perfil de campaña que EH Bildu ha querido desarrollar para mostrarse como una formación y un candidato muy atentos a los problemas de la gente y que no olvidan la aspiración del autogobierno, pero supeditándola a la solución de aquellas cuestiones que más preocupan a los ciudadanos en su día a día. La táctica les ha servido hasta cuatro días antes de la cita electoral, cuando Otxandiano no ha sabido responder con coherencia a la primera pregunta para la que tenían que haberle preparado sus asesores.

Las vacilaciones de Otxandiano reflejan la propia encrucijada en la que está inmersa EH Bildu. Incapaz de romper con su pasado para condenar la violencia etarra con decisión, sabe que los nuevos tiempos políticos exigen  un nuevo discurso disruptivo, lo que genera tensiones en su seno. Sorprende, en cualquier caso, que el tema ETA no haya salido hasta bien pasado el ecuador de la campaña, lo que demuestra que afortunadamente ya no figura entre las preocupaciones de los vascos. No obstante, la respuesta airada de todas las asociaciones de víctimas y la repulsa mostrada por el resto de partido ante la tibieza a la hora de definir a la banda terrorista es también una prueba de que la herida no ha acabado de cerrarse todavía.

Está por ver si todos esos discursos grandilocuentes criticando a EH Bildu por los circunloquios para evitar la palabra terrorismo  se mantienen si sus votos son necesarios para conformar el Gobierno vasco, una hipótesis que, en principio, parece poco probable. Lo que sí se ha apresurado a aclarar el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es que es tan contundente para definir a ETA como una banda terrorista como a la hora de asegurar que seguirá teniendo a la formación abertzale entre sus socios prioritarios. Que una cosa es la campaña, en la que el PSE se juega mucho, y otra poner en peligro su estancia en La Moncloa.