Hace diez años en Burgos si estudiabas en el Conservatorio o acababas de terminar era difícil poder tocar en una orquesta porque no había. Solo las becas de la OSBu (Orquesta Sinfónica de Burgos) permitían conocer durante un curso escolar cómo era una agrupación por dentro. Hasta que cuatro jóvenes decidieron cubrir el hueco que existía para complementar la formación académica.

De la mano de Pedro Bartolomé, Ignacio Germán González Yagüe, Jorge Rodríguez y Luis Ángel Lozano en febrero de 2013 nació la Joven Orquesta Sinfónica de Burgos (JOSBu), con el nombre en un primer momento de Orquesta Sinfónica de las Juventudes Musicales. Al principio pensaron en poner un tope de edad por abajo y por arriba, «pero cuando hacemos las pruebas (que siempre está abierto) y hay alguien que merece estar, no miramos cuántos años tiene. Pedimos que sean jóvenes músicos, y pueden serlo con 50 porque acaban de coger un instrumento», detalla su director, Pedro Bartolomé.

Tras su primera actuación en los Sampedros de 2013, la agrupación empezó a interpretar un repertorio clásico a la vez que intercalaba estrenos de compositores actuales:de Javier Centeno ya aquel diciembre, Jorge Carrillo, Germán González Yagüe, Beatriz López-Nogales, Borja Mariño... Y a lo largo de esta década han tocado también con Cristina Ronsenvige, con la Schola Cantorum una partitura de Enrique Barrera recuperada del archivo de la Catedral, zarzuelas como La verbena de la paloma o Agua, azucarillos y aguardiente y otros proyectos singulares que han hecho de ellos una formación con programación estable. 

El domingo participan 37 músicos. En la imagen, algunos de ellos durante un ensayo. - Foto: Patricia

«Somos una iniciativa que da cabida a las ganas de hacer música de la gente. Cuando eres joven tienes un espíritu y entusiasmo que no siempre se mantiene cuando vas cumpliendo años; están encantados de conocer nuevos compositores, experimentar con nuevas obras y esas primeras veces son especiales. Es la magia de la juventud», subraya su director, Pedro Bartolomé, que celebra este domingo el cumpleaños de la JOSBu con un concierto en el que participarán 37 músicos (en la asociación son más de cien). 

En el Principal interpretarán las Variaciones sobre un tema rococó, de Tchaikovsky, y la Sinfonía nº1 en Re Mayor, de Charles Gounod, con Miguel Díez como violonchelo solista (19:30 horas). El aniversario continuará el 23 de abril con la Novena sinfonía, de Beethoven, en la versión de Pedro Halftter con otro más en septiembre con suites de ballets de Tchaikovsky.

Adriana Sancho Merino | Cuatro años en la JOSBu (viola) 

«Siempre es bueno tocar algo que no has escuchado y ampliar tus límites musicales»

Entró en la orquesta en 2019, cuando tenía 14 años. Estudiante del último curso del Conservatorio, recuerda que se apuntó nada más enterarse de la posibilidad. «El primer encuentro fue un choque. Era una cría y mi primera vez en una orquesta semi profesional. Fue difícil porque todos tocaban muy bien y yo me veía torpe. Me sobrepasó la situación. Menos mal que entré con otra compañera y nos quitamos el miedo juntas». Aún así su primera vez con la JOSBu le gustó mucho. «Fue además con un completo, porque debuté con La verbena de la paloma que se representó con baile y voces. Fue a lo grande», ríe.

Tocar ahora, reconoce, ya no es como en 2019. «Las obras son asequibles. Hay que estudiarlas antes, pero se pueden tocar sin llevar el susto puesto, como me ocurría antes. Siempre hay ciertos pasajes más peliagudos, en los que tienes que dar el callo, pero se puede hacer». Con intención de continuar los estudios superiores, Adriana Sancho quiere seguir formando parte de orquestas, por lo que también se ha presentado a las becas de la OSBu y a las pruebas de la Joven OSCyL.

Respecto al concierto de este domingo, disfruta con el chelo de Miguel Díez en las Variaciones y con la «sorpresa» sinfonía de Gounod: «Siempre está bien tocar algo que en principio no se te habría ocurrido escuchar y ampliar tus límites musicales». Y si puede por disponibilidad, le encantaría «volver a hacer un 'lote completo', de los de música, baile y canto» porque no ha repetido desde 2019.

Elia Palacios Pérez | Nueve años en la JOSBu (violín)
«La primera vez que toqué me pareció un sueño formar parte de algo que sonaba tan bien»

Tiene 26 años y lleva desde los 17 formando parte de la agrupación, lo que la convierte en una de las más veteranas. «Nos lo ofrecieron en el Conservatorio y, aunque la JOSBu solo llevaba un año de funcionamiento, ya había oído hablar de ella. En mi caso había pasado por Jóvenes Arcos de Belorado y esta era mi segunda incursión en una orquesta. Y si sigo aquí casi diez después es porque me gusta mucho tocar y el vínculo que se crea».

Elia continúa en la JOSBu pese a que ahora trabaja fuera de Burgos y tiene otros compromisos. Pero hace lo que sea por compaginarlo. En su caso no quiso continuar con los estudios superiores «porque acabé un poco agobiada de lo que exigían los estudios y el trabajo, y no quería saturarme y terminar dejándolo. Así puedo mantener la música en mi vida participando con orquestas, cuartetos u otras formaciones», indica quien también forma parte de la Burgos Baroque Ensemble.

Su primer concierto en la JOSBu fue con Las criaturas de Prometeo, de Beethoven: «Sonaba muy bien y me pareciera un sueño formar parte de algo así». Con el tiempo ha participado en muchos de los proyectos («he fallado muy pocas veces», reconoce) y espera estar también en la próxima zarzuela, La Gran Vía, que prevén tocar en San Pedro.

Del concierto de este domingo destaca de Las variaciones el esfuerzo que supone tocar con un solista, «porque has estar muy atenta al director y al músico». Y ya cuenta los días para volver a juntarse con sus compañeros.