Carreras entre jota y jota, delante de gigantes y cabezudos

I.M.L. / Aranda
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Aunque algunos pequeños les tengan miedo, el desfile de Manolete, el chino y el diablo por el centro de Aranda es una cita ineludible para la chavalería que, entre golpe y golpe, aprende a apreciar la música tradicional de las dulzainas y el baile

Hay personajes, como este Chucky, que dan miedo incluso sin que amaguen con darte un palo. - Foto: Luis López Araico

Las mañanas festivas en la capital ribereña, un paseante despistado se puede ver inmerso en un curioso grupo compuesto por dos parejas reales, la alcaldesa y su alcalde, un torero con su toro y su caballo de picador, un cazador persiguiendo a un conejo, el Fortu y Pilar la Molinera. Lo que podría parecer un sueño lisérgico, es en realidad una tradición que en Aranda bebe de su cancionero y sus costumbres. 

Cada mañana, la Asociación de Gigantes y Cabezudos protagoniza uno de los actos más esperados por los pequeños de la casa, que se arremolinan como un enjambre de abejas alrededor de sus integrantes. Al ritmo que marca la Banda Municipal de Dulzainas y Tambores, los más valientes tientan a la suerte al acercarse a los cabezudos y se llevan de regalo golpes contundentes que, antaño se daban con escobas de paja y ahora se propinan con churros de gomaespuma, aunque suenan igual de contundentes.

La estampa de los gigantones bailando en escenarios emblemáticos como la fachada de la iglesia de Santa María o la plaza del Trigo dan pie a estampas muy estéticas, pero la gracia de esta cita mañanera es correr para evitar que te cace un cabezudo. La mecánica es sencilla e invariable de generación en generación. Lo que ha sufrido algunos cambios son los personajes, algunos ya desaparecidos y otros de nueva hornada, pero curiosamente el miedo se concentra desde hace décadas en una misma cabeza. Da igual quién la porte, es como si el Chino poseyese al humano que va debajo.

El baile de los gigantones a los pies de la iglesia de Santa María congrega a decenas de curiosos y sirve para que los pequeños les vayan perdiendo el miedo a estos personajes. El baile de los gigantones a los pies de la iglesia de Santa María congrega a decenas de curiosos y sirve para que los pequeños les vayan perdiendo el miedo a estos personajes. - Foto: Luis López Araico

«Es el que da más fuerte», asegura Yanira, de 6 años, con cara de susto después de verle pasar. «Corre mucho, parece que no va a correr pero, de golpe, arranca y te alcanza», explica Mateo, con 10 años recién cumplidos y el escozor reciente del último golpe que le ha dado este personaje (...).

(Más información sobre las fiestas de Aranda, en la edición impresa de Diario de Burgos de este miércoles o aquí)