La mayoría de los infractores reincidentes sufren adicción

I.E.
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La Jefatura Provincial contactará con Servicios Sociales para que reciban algún tipo de atención

La Guardia Civil, en un control de alcoholemia en la N-120. - Foto: Alberto Rodrigo

Representan un porcentaje ínfimo del total de conductores de la provincia pero son un auténtico peligro para la seguridad vial, lo cual provoca algún que otro quebradero de cabeza a los responsables de la Jefatura Provincial de Tráfico. En Burgos hay 120 personas que han perdido todos los puntos del carné en más de una ocasión. Hay un burgalés que se ha quedado sin permiso cinco veces en total; tres a quienes se lo han retirado en tres ocasiones, y 112 a quienes se lo han quitado dos veces. 

Cada vez que lo pierden deben superar un curso para la recuperación de los puntos a fin de poder volver a circular. Y por supuesto que en la DGT preocupa mucho que vuelvan a coger un vehículo, pero, más allá de establecer un perfil del infractor reincidente, poco más se puede hacer, puesto que poner tras ellos una dotación de la Guardia Civil o de la Policía Local ni es legal ni resultaría rentable desde el punto de vista de la utilización de los recursos públicos. Lo que sí tiene claro Raúl Galán, jefe provincial de Tráfico, es que «la mayoría de esos conductores» tiene problemas «con adicciones al alcohol y a las drogas». Porque la mayor parte de las sanciones que les imponen los agentes de la Benemérita y los municipales «es por dar positivo en ellas». «Ir bebido al volante o tras haber consumido sustancias estupefacientes son las principales razones de pérdida de puntos», afirma.

De ahí que la Jefatura Provincial se vaya a poner en contacto con los Servicios Sociales de la Junta, con el objetivo de trabajar en un programa de tratamiento con estos infractores reincidentes, puesto que está visto que las multas no atajan su querencia por quebrantar las normas. 

Galán asegura que se trata de una cifra muy baja, puesto que la mayoría de los conductores «se toma la pérdida de puntos como toques de atención, de tal manera que tras ser sancionados se lo piensan dos veces a la hora de pisar el acelerador, hablar por el móvil o saltarse un semáforo». «Pero en los adictos a alcohol y drogas esa advertencia no funciona, porque sufren un problema médico que se tienen que tratar», indica.

El alcohol y las drogas al volante constituyen un motivo de preocupación para la DGT desde hace años, al punto de que cada semana se practican en Burgos más de 700 pruebas de alcoholemia y una veintena para control de estupefacientes. Y es que los dispositivos de detección de estas sustancias siguen siendo caros en comparación con los etilómetros, al margen de que la duración de la prueba es mucho más larga y precisa de un segundo análisis para su comprobación.