«Tirar el monumento del 11-M también es destruir afectos»

GADEA G. UBIERNA / Burgos
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El arquitecto burgalés Mauro Gil-Fournier es coautor de la pieza que homenajea en Atocha a las víctimas del atentado terrorista en marzo de 2004 y, ahora que peligra por obras en el metro, ruega al Rey que interceda

Vista del interior del monumento, al que se accede por la estación y donde se puede leer el nombre de las víctimas. - Foto: E. Acosta

«Diseñamos el Monumento [del 11M] para que la memoria perdurara; era hablar de la fragilidad de la vida, la fragilidad del momento y de cómo eso podía ayudar a construir una sociedad diferente para que, sabiendo lo que había sucedido, no volviera a ocurrir. No es solo un sitio de recuerdo. Pero todo eso, los afectos, también se destruyen con la demolición». Alto y claro habla por teléfono el arquitecto burgalés Mauro Gil-Fournier, coautor de la pieza que homenajea en Atocha a las 193 víctimas mortales del atentado del 11 de marzo de 2004 en la estación de Madrid, así como a los heridos; un cilindro de 11 metros de altura y 160 toneladas realizada íntegramente en vidrio, en la que se invirtieron 5 millones y ganó premios de prestigio. 

Pero ni estos factores ni el significado de la pieza diseñada por el estudio FAM -ganador de un concurso internacional con 283 propuestas- han sido óbice para que se acuerde destruirlo y, en teoría, facilitar así la obra de ampliación de la línea 11 del metro de Madrid. 

Las máquinas, de hecho, ya están desmantelando la parte inferior de la pieza, esa zona a la que se accede desde la estación y que invita al recogimiento y a contemplar la luz de la estructura desde su interior. «No puedo entender esta decisión, porque siempre hay soluciones técnicas variadas y cosas que se pueden hacer», apunta Gil-Fournier, quien destaca que «la pieza sigue siendo única en el mundo todavía hoy» y que, tanto por este hecho como por el significado que tiene para la sociedad española, merece ser conservada.

Mauro Gil-Fournier es uno de los cinco autores de la obra.Mauro Gil-Fournier es uno de los cinco autores de la obra. - Foto: S. Sayago

El llamamiento del arquitecto burgalés no pretende interpelar únicamente a la ciudadanía en general, sino que se ha dirigido expresamente a tres personas concretas: el Rey, Felipe VI; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. Los tres han recibido una carta en la que Gil-Fournier explica que «para mí, es una cuestión de sensibilidad: hacia la memoria, hacia las víctimas y hacia el propio objeto. No avanzaremos como sociedad si no podemos cuidar y respetar lo que ya existe y tiene valor (...)».

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