Miguel Calvo

El retrovisor

Miguel Calvo


Malos vientos

20/10/2022

Aunque estemos en periodo pre-pre-electoral no veo razonable que en la actual situación económica el Ayuntamiento de Burgos pueda comprometer un gasto de 5.400 euros diarios durante tres años (con o sin ayuda de la Diputación) para subvencionar vuelos desde el aeropuerto de Villafría. Una solución de paso sería negociar una operativa estival para los destinos que tienen asegurada una buena aceptación y potenciar otros posibles usos de las instalaciones. La escuela de formación de pilotos FlyBy y la actividad que desarrollan  aeronaves privadas y de servicios de emergencia al menos están consiguiendo que Villafría no sea ya un aeropuerto fantasma. Desde que AENA puso en marcha en 2008 del nuevo aeropuerto han sido constantes los problemas con las compañías aéreas, Air Nostrum, LagunAir, Good Fly, León Airlines, a los que se ha venido enfrentando el consorcio creado para su promoción y después la sociedad municipal Promueve. 

Tras un comienzo esperanzador, especialmente por las campañas de verano a Palma de Mallorca y otros destinos turísticos, el descenso de pasajeros ha sido una constante. De los más de 35.000 de 2011, a los 9.200 de 2021, cuando Air Nostrum dejó de prestar el servicio con Barcelona. Entre 2015 y 2018 Villafría tampoco tuvo operaciones comerciales. Ahora llevamos otro año sin ellas a la espera de nuevos vientos. En su momento la Junta se dio de baja en el consorcio del aeropuerto, al que además siguió obviando en su programa de viajes del Club de los 60. 

La Diputación consideró excesivas las cantidades que dedicaba a incentivar vuelos desde Burgos, en muchos casos con frecuencias y horarios poco interesantes para los viajes de negocios y de turismo.  La tarea de negociar un precio justo se ha quedado solo en manos del Ayuntamiento a través de Promueve que busca con Ryanair y otras compañías reactivar la actividad de esta instalación con rutas a París, Londres y Bérgamo. En cualquier caso, no deja de ser otro problema más de las infraestructuras en Burgos por aire y tierra, donde llevamos tres meses con un menú degustación de la alta velocidad ferroviaria a la espera de que nos ofrezcan la carta completa, con un tren directo encallado en puerto, y con numerosos nuevos trozos de autovías repartidos por la provincia que acumulan años de retraso en su ejecución.