Masajes con gran corazón

I.M.L. / Aranda
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El fisioterapeuta arandino Mario López Velasco demuestra su solidaridad ofreciendo sus tratamientos durante tres meses en Guatemala. Las enseñanzas en esta experiencia le han animado a volver a la zona para seguir colaborando

Los tratamientos los hizo en la clínica pero también en aldeas en zonas rurales. - Foto: Rekko

Vivir una experiencia diferente, aportando conocimientos en un entorno en el que su ayuda puede ser más necesaria que aquí. Esta idea altruista es la que movió al joven arandino Mario López Velasco a viajar a Guatemala como voluntario de la ONG Rekko, que cuenta en el país con dos clínicas. «Mi padre fue hace 30 años también de voluntario y él fue el que me animó. Yo quería hacer algo parecido y busqué algo relacionado con mi carrera», explica Mario cómo empezó esta aventura solidaria.

En una de las dos clínicas que tiene esta organización en Guatemala, pasó a formar parte del equipo de Fisioterapia, logrando incrementar el número de pacientes atendidos, además de desplazarse a aldeas rurales «para tratar a niños de manera gratuita», apostilla. En las sesiones, encontraba problemas que él califica de normales, como «ligamento cruzado anterior recién operado, dolores de hombro y todo tipo de hombro congelado, dolores de espalda...» Pero también bastantes niños con parálisis cerebral y sus secuelas físicas «porque allí no hay pruebas tempranas para empezar a tratar pronto a los pacientes, por lo que cuesta más que mejoren».

Este tipo de casos, Mario considera que si no hubiese vivido esta experiencia habría tardado mucho en tratar. «Allí he visto cosas más difíciles de las que hubiera visto aquí al empezar», reconoce, además de una labor casi artesanal que hizo con algunos pacientes. «Aquí una prótesis te la hace cualquier ortopedia pero allí no se lo pueden permitir. Hicimos una sillita para un niño con parálisis cerebral para que se pudiese sentar y un soporte para otro niño que había tenido una rotura de húmero que le había seccionado el nervio radial y no podía levantar la mano, es una ortesis de Thomas que hicimos de forma artesanal, la parte de abajo de yeso y la de arriba con madera que nos hizo un carpintero de allí, nos costó 2 o 3 euros», recuerda.

Mario López ayuda a una pequeña paciente a mantenerse de pie.
Mario López ayuda a una pequeña paciente a mantenerse de pie. - Foto: Rekko

La experiencia ha sido tan favorable que volverá a Guatemala en unos días para dar clases de inglés a niños, revaluar a algunos pacientes y enseñar a los maestros nociones de Educación Física. Una labor solidaria que no sería posible sin voluntarios como él y sin el apoyo de la sociedad que, a través de la figura del apadrinamiento con una aportación mensual de 25 euros, ayuda a que un niño de escasos recursos tenga acceso a una educación de calidad y al programa de salud integral.