100 peticiones de asilo al mes

I.E. / Burgos
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Las crisis humanitarias y los conflictos bélicos han triplicado la gestión de expedientes en la Comisaría, que ha formado en esta tarea a varios funcionarios

La colombiana Yolanda Obando y el senegalés Omar Diamanka encontraron una respuesta positiva a su solicitud de asilo. - Foto: Patricia

Las sucesivas crisis humanitarias registradas en los dos últimos años -guerra de Ucrania, el conflicto palestino-israelí, etc- han llevado a cotas históricas las solicitudes de asilo de ciudadanos extranjeros. La provincia de Burgos no ha sido ajena a esta avalancha y el pasado año la Comisaría Provincial ha vuelto a superar el récord de peticiones tramitadas, con más de 100 al mes, un volumen similar al que atendió la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras en 2023, pero que triplica ampliamente los expedientes que fueron iniciados en el trienio 2019-2021, cuando la media anual se situaba en solo 300.

Para dar atención al aluvión de ciudadanos extranjeros la Comisaría de Burgos ha tenido que reinventarse para ganar personal especializado en este tipo de procedimientos. Así, ha formado a un buen número de funcionarios policiales para que se encarguen de realizar unas tramitaciones que requieren de mucho trabajo. En todo caso, este esfuerzo ha sido compatible con las labores de la Brigada contra la trata de seres humanos y la explotación laboral de personas migrantes. De hecho, en estos dos últimos años han sido desmanteladas varias mafias dedicadas a la prostitución coactiva de mujeres extranjeras.

Además de la tramitación ordinaria de asilo, la Comisaría también atiende, de forma urgente, a las personas desplazadas por cuestiones humanitarias y que han sido reubicadas, a veces provisionalmente, en la provincia de Burgos, como ha ocurrido recientemente con los migrantes procedentes del Sahel (Senegal, Burkina Faso, Gambia y Mali, entre otros). Igualmente, la Policía Nacional sigue gestionando por el procedimiento de urgencia las solicitudes de ciudadanos que tienen que abandonar Ucrania debido a la guerra. 

Para la cita que inicia los trámites de asilo el interesado debe hacerlo vía online en la dirección: sede.administracionespublicas.gob.es.

Yolanda Obando | Colombia

«Me amenazaron de muerte por ser líder de un grupo contra la violencia de género»

Llegó un momento en que, dada su visibilidad en medios de comunicación y en redes sociales de Buenaventura, Yolanda Obando se convirtió en el blanco de las amenazas de las bandas criminales (bacrim) de su país, Colombia. Activista primero y líder después de una organización de mujeres víctimas de violencia de género, pasó varios años defendiendo los derechos de las féminas maltratadas en su ciudad natal. Su beligerancia no pasó desapercibida y los grupos criminales más activos -que en su país consideran a la mujer un mero objeto- comenzaron a amenazarla. En un principio aguantó, pero cuando ella y su familia observaron que otros líderes sociales empezaban a ser asesinados mientras el Gobierno «miraba para otro lado» determinaron que era el momento de huir. Y así lo hizo.

En 2020 puso rumbo a España y, en concreto, a Burgos. Sus inicios aquí no fueron sencillos porque coincidieron con la pandemia. Su hermana había venido hacía tres meses y había trabajado como interna en una casa, pero la mujer que cuidaba murió en esas fechas. El marido tuvo la delicadeza de dejar que vivieran en su domicilio durante el toque de queda, porque no tenían ningún sitio donde ir. «Estábamos totalmente desamparadas, no sabíamos qué hacer», lamenta. Poco después acudió a Cáritas y pasaron una temporada en el albergue, hasta que en Accem hizo el primer manifiesto de solicitud de asilo y recibió la primera carta blanca.

Hay que informar más a las empresas de los derechos de quienes tramitamos el asilo»

Hasta tres años después España no reconoció su condición de asilada, después de una procelosa tramitación en la que tuvo que presentar evidencias de que era líder social en su país y había sido amenazada. «No me fue difícil demostrarlo porque había muchas pruebas en redes sociales», declara.

Esos tres años no fueron fáciles, sobre todo a la hora de encontrar trabajo. En su opinión hay «muy poca información y las empresas ignoran que sí pueden dar empleo a las personas que reciben la primera y la segunda carta blanca» en su camino al reconocimiento de refugiado. «Habría que trabajar más en la sensibilización de la ciudadanía y las empresas», subraya.

Omar Diamanka | Senegal

«Yo quería ser cristiano, como mi madre, pero mi padre me lo impedía»

La historia de Omar Diamanka es la de una huida continua desde que falleció su madre, en Senegal, cuando tenía tan solo 16 años. Ella era cristiana, recuerda, pero justo antes de fallecer se convirtió al islam, religión que profesa su padre. Pero el hijo se sentía más a gusto con las creencias que tenía su progenitora antes de morir y decidió hacer del cristianismo su religión. Pero se encontró con la total oposición del líder del clan, que no dudaba en pegarle cuando él se negaba a realizar los cinco rezos diarios. Llegó un punto en que se sintió tan amenazado que decidió marcharse de su casa por temor a perder la vida. Y salió del país rumbo a Mauritania, donde permaneció «dos años muy duros».

Su propósito era llegar a la costa de Marruecos con el fin de emprender viaje a España. Es lo que hizo. En septiembre de 2021 se subió a una patera con otras 44 personas con el objetivo de llegar a las costas de Gran Canaria. «Gracias a Dios lo conseguimos», afirma de forma lacónica. El miedo que pasó en la travesía, que duró tres días con sus tres noches, fue superado por sus ansias de llegar a España con el fin de «iniciar una nueva vida». 

La travesía de Marruecos a Gran Canaria duró tres días; llegamos porque así lo quiso Dios»

A Burgos llegó algunas semanas después, tras pasar por Málaga, Ciudad Real y Talavera de la Reina. Una vez en la capital del Arlanzón, lo primero que hizo fue acudir a Accem, donde ya le estaban esperando para prestarle toda la ayuda para conseguir la condición de asilado. No tardó mucho en conseguirlo, porque no tuvo que presentar evidencias de las amenazas que sufrió por ser cristiano. «Como era un niño cuando sucedió todo no me pidieron pruebas y me dieron el asilo directamente», recuerda.

Los primeros meses aquí los pasó en un piso de Accem, de donde salió en mayo de 2022, después de conseguir un contrato de trabajo como agricultor. Estuvo empleado en una explotación durante más de un año, pero ahora está en el paro, aunque no cobra la prestación.

Se las apaña con el español y ha hecho cursos de carretillero y de limpieza, de manera que está dispuesto a trabajar en el momento en el que alguien le haga una oferta laboral. «En Accem me ayudan en lo que necesito, pero quiero trabajar», afirma.