Editorial

Cuestiones sensibles que merecen más análisis rigurosos y menos 'salsa rosa'

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El debate en torno a la gestación subrogada no es nuevo. De hecho, fue Ciudadanos quien hizo bandera con esta cuestión y llegó a registrar en 2019 en el Congreso de los Diputados, en plena celebración del Orgullo Gay, una proposición de ley para regular los vientres de alquiler, una práctica prohibida en España y que supone que una mujer geste un hijo para otras personas. El asunto no provocó mayor controversia en la sociedad española, ni llegó a abrir informativos o a generar encendidas tertulias. 

Cuatro años después, el caso protagonizado por Ana Obregón, acostumbrada a airear sus asuntos en el 'papel cuché', ha vuelto a poner sobre la mesa esta práctica. En lugar de argumentos rigurosos que despejen dudas sobre un tema tan polémico, se han sucedido las descalificaciones hacia la decisión de la artista. Partiendo de que es una práctica que la legislación española no permite, que es prohibitiva en lo económico para la inmensa mayoría de la población y dejando de lado el rocambolesco 'caso Obregón', conviene no dar la espalda a una realidad que ha llegado a la calle por la onda expansiva del 'folclore rosa' pero cuyo debate es necesario, tanto por sus implicaciones jurídicas como por sus derivadas éticas.

Aunque la legislación es clara, existen vacíos y contradicciones sobre quién puede acceder a procedimientos prohibidos en nuestro país pero sin consecuencia, previo pago de ingentes cantidades de dinero, fuera de nuestras fronteras. Desde 2010, año en que se dio luz verde a la inscripción en el registro español a recién nacidos de gestación subrogada, se contabilizan más de 2.500 casos.

La controversia ha de salir de los platós de televisión, donde prima el espectáculo y los gritos, para que el ámbito político se ocupe del debate. Eso sí, con la calma, la profundidad y el rigor que merece un asunto que afecta a la dignidad de la mujer y a sus descendientes. Si algo han mostrado las consecuencias perniciosas de la ley del 'solo sí es sí' o las que se manifestarán con la Ley Trans es la necesidad de transitar por la vía de la prudencia, aparcando el enrocamiento ideológico y los intereses electorales. 

En este escenario, no está de más el mensaje de Feijóo pidiendo un planteamiento sosegado. El PSOE de Sánchez, que ahora mantiene una oposición taxativa contra los vientres de alquiler, no se mostraba tan tajante cuando negociaba con el Ciudadanos de Albert Rivera un pacto de gobierno. Les toca a los parlamentarios dar ejemplo y no anteponer los intereses electoralistas sobre los derechos del niño y de las mujeres. Estos han de prevalecer frente al espectáculo de la prensa rosa y la volatilidad del discurso político.