Una cosa es que el ritmo de la Justicia sea lento y otra muy diferente que las leyes, tal como están redactadas, favorezcan la picaresca y dejen indefensas a las víctimas. La odisea que Nuria Soto -que tiene dos hijas pequeñas- está viviendo para recuperar su casa no se puede describir con adjetivos. Para que los lectores se hagan a una idea es mejor que estén muy atentos a la siguiente historia, que es para no dormir. Baste adelantar que desde que presentó la primera demanda en el juzgado para sacar a su inquilina del piso de su propiedad ya han pasado 14 meses. Y no hay visos de que vaya a poder entrar a vivir muy pronto.
Pero no se pierdan ningún detalle del relato, porque es de lo más kafkiano que ha pasado por estas páginas. Nuria compró en 2014 un piso en el barrio de Juan XXIII en Gamonal, pero al año siguiente lo puso en alquiler porque se casó y se fue a vivir a la casa del que ahora es su exmarido. Sus primeros inquilinos no dieron ningún problema. Desde 2015 a 2018 pagaron la renta religiosamente, hasta que decidieron irse. En 2019 se la alquiló a quien ahora tantos problemas le está dando. A pesar de que en estos años «se ha retrasado en algunos pagos» esta joven burgalesa nunca pensó que pudiera hacerle la faena que ahora le está haciendo.
Tras separarse de su marido, en agosto de 2023 decide recuperar su piso de Juan XXIII para irse con sus hijas. Llama a la inquilina para avisarla y ésta le dice que «bien, que empezaría a buscar algo». Le aconsejaron que le enviara un burofax para oficializar su intención de que la mujer debía dejar la casa. En un principio no hizo caso, porque la sensación que tuvo al hablar con la alquilada es que «iba a actuar de buena fe». Se lo envió. Y en septiembre se demostró que recuperar la vivienda no iba a ser tarea fácil. No le pagó esa mensualidad. Al darse cuenta, la llamó y ésta le contestó que nada más recibir su llamada «dio orden al banco de no abonar la renta». Tal cual.
Nuria Soto delante de su casa okupada en Juan XXIII. - Foto: Alberto RodrigoAsí que Nuria no tuvo más remedio que acudir a la Justicia. A través de su abogado presentó dos demandas, una por impago y otra para la ocupación de la vivienda. El juicio por el primer procedimiento se fijó para el 11 de abril de este 2024. La inquilina no se presentó. La otra causa avanzó más lentamente, hasta que tras la sentencia y los recursos, el juzgado de Primera Instancia 5 estableció el lanzamiento de la vivienda para el pasado 2 de octubre. En la casa se presentaron el secretario judicial, el procurador, dos policías y la propia Nuria. Tras varios timbrazos, la puerta se abrió y cuál fue la sorpresa de la propietaria de la casa cuando se percató de que la mujer que apareció en el umbral no era su inquilina. Era otra mujer, quien aseguró que a ella le habían alquilado esa casa (en realidad realquilado, aunque el contrato impedía tal cosa). No enseñó ni su documentación ni el supuesto contrato que le permitía vivir allí.
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