Suzana no tiene quien la gobierne

Ó.C. / Miranda
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La pedanía corre el riesgo pasar a barrio si nadie acepta representar a sus vecinos

La alcaldesa charla con Samuel, en el bar de Suzana, sobre la situación de la pedanía. - Foto: Ó.C.

Nadie en Suzana da un paso al frente. La pedanía votó en mayo con normalidad, pero a la hora de asumir el cargo solo hubo silencio. Ni el alcalde ni los dos vocales aceptaron su responsabilidad y ahora la entidad menor, en la que residen unas 60 personas, vive con  dudas y un peligro: convertirse en un barrio de Miranda. La Diputación de Burgos formará una comisión gestora, que representará al pueblo hasta que lleguen las próximas elecciones en cuatro años. Si en esos comicios no se presenta nadie, Suzana corre el riesgo de perder su identidad, porque de momento no tiene quien la gobierne

La última alcaldesa,Esther Martínez, quería dar el relevo tras cuatro años, que reconoce que han sido difíciles. Pese a la intención, ella continúa trabajando por sus vecinos, ya que las fiestas están a la vuelta de la esquina. «De momento seguimos mis compañeros y yo», afirma la todavía alcaldesa, que espera que haya voluntarios para estar al frente durante estos cuatro años en la comisión.

Martínez guarda la esperanza de que Suzana no pierda su condición de pedanía. «Espero que alguien dé el paso por el bien de todos, porque lo importante es que alguien empatice con la gente que vive aquí», explica, con una mirada hacia los jóvenes, pese a que admite «que estoy de bajón por todo lo que ha pasado».

Una de las personas que ha estado junto a ella durante los últimos cuatro años es el vocal Honorato Guinea. «El alcalde es el que tiene todos los marrones y es muy complicado, porque lo que le viene bien a uno, al otro le viene mal», afirma Guinea. Sobre lo que puede pasar, admite que «no tengo ni idea, pero igual estamos en funciones no se cuánto tiempo como los jueces del tribunal ese». Más allá de la ironía, confiesa que pasar a barrio «no me haría mucha gracia, pero si es lo que toca, pues que así sea», apuesta resignado.

El bar del pueblo centra buena parte de los debates sobre lo que pueda ocurrir. Tras la barra, Samuel lleva siete años y ve complicado que alguien acepte el reto, pero tiene claro que «si pasa a manos del Ayuntamiento de Miranda no sería bueno». Javier aprovecha una de las obras construidas en Suzana en los últimos cuatro años para comer a la sombra. «Unos dicen una cosa y otros dicen otra», afirma, pero apuesta porque Suzana no pierda su identidad. De hecho, no muy convencido, manifiesta que «si no se presenta nadie me presento yo, aunque no haga nada», porque sabe a qué estaría expuesto, ya que «aquí para criticar todo el mundo vale y para agradecértelo nadie», lamenta. Diego es otro de los vecinos que acude al bar de Samuel y quita peso a la situación, ya que dejar de ser entidad menor «no sabemos si será peor o mejor», aunque tiene claro que «en un pueblo pequeño es peor que uno grande y la personas que se prestan deberían de tener un sueldico», valora.