La llegada del mes de septiembre la he considerado siempre como el inicio real del nuevo año. El treinta y uno de diciembre yo lo vivo más bien como un símbolo de lo que dejamos atrás, ya que los cambios importantes llegan con la despedida del verano, donde todo el mundo, o casi todo, ha podido resetear para poder seguir avanzando.

Septiembre es el mes en el que los chavales comienzan un nuevo curso y en el que los padres deben afrontar una cantidad de gastos descomunales para la vuelta a clase: libros cuyos precios están claramente desbocados, uniformes, material escolar, etc. Se le da tal viaje a la tarjeta, que ríete tú de la cuesta de enero. 

Hace unos días desayuné con la noticia de que Burgos está perdiendo niños al mismo ritmo que gana mayores de sesenta y cinco años, algo que verdaderamente no me sorprende. El motivo es muy simple: los precios a los que se está poniendo la vida. La vivienda se ha encarecido de nuevo, los tipos de interés están por las nubes, los alquileres, la alimentación y los recibos de luz y gas también se han incrementado (y espera que está al caer el del agua). Tal y como están las cosas hoy en día, pienso que comprar una vivienda que vas a estar pagando de por vida, adquirir un coche o formar una familia, con todos los sacrificios que todo ello conlleva, sin ninguna duda es para valientes.

Y es que el mundo está lleno de valientes. Como los que siguen yendo a festivales pagando precios abusivos por consumiciones, injustos gastos de gestión y alquileres de pisos a un precio estratosférico con el que algunos hacen su verdadero 'agosto'. Valientes son los que siguen llenando el depósito del coche y el carro de la compra, los que se van de vacaciones con toda la familia...

Sin embargo, desde mi humilde opinión, los más valientes son y serán los que nos siguen demostrando que el amor todo lo puede y recorren ese camino hacia el altar para pronunciar esas dos palabras con las que quedarán unidos para siempre con la hipoteca y la letra del coche, con trabajo o en el paro, con aceite de oliva o de girasol: 'Sí, quiero'. 

Esos sí que son los verdaderos valientes. ¡Que vivan los novios!