El burgalés David Castro opta por segunda vez a un Goya

A.G. / Burgos
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El corto 'Todo está perdido', basado en las tiras cómicas de Paco Alcázar, se ha exhibido en Cannes y fue seleccionado en el festival internacional de Annecy, uno de los más importantes del sector de la animación

El productor David Castro junto a la codirectora del corto, Carla Pereira, en la presentación de los nominados. - Foto: Iván Madolell

El cortometraje de animación Todo está perdido, de Carla Pereira y Juanfran Jacinto y producido por el burgalés David Castro competirá el próximo mes de febrero en la gala de los Goya para llevarse el premio al mejor en su categoría. Sería el culmen de la carrera meteórica que ha tenido esta pieza, de poco más de siete minutos, desde que se estrenó en 2022, porque fue seleccionada en el festival de Annecy, uno de los más importantes del sector, ha sido exhibida en Cannes, obtuvo una grandísima acogida en Sitges y Guanajuato y ha ganado varios premios. Está basada en el cómic feísta y surrealista de Paco Alcázar sobre la disfuncional familia Pérez en la que todo lo que ocurre es raro pero sus protagonistas lo viven con la mayor naturalidad. Las figuras de José, Margarita y la adolescente Josefina, con su aspecto entre lagartos y ancianos prematuros y su caminar como animales, se desenvuelven en la pantalla mediante la técnica del stop motion, con un brillante colorido, la estética de los años 50 estadounidenses y risas enlatadas al estilo de las sitcom más clásicas.

Castro, exalumno de Pedagogía, Educación Infantil y Comunicación Audiovisual (COMA) de la Universidad de Burgos, se muestra exultante por la nominación a los principales  premios de la cinematografía española, reivindica otra forma de producir y explica que en su empresa, Mansalva, están bien lejos de la figura icónica del productor como un señor del puro que pone el dinero y da todas las órdenes. «Trabajamos no solo desde el punto de vista de obtener el dinero sino que intentamos hacer una producción creativa, nos gusta acompañar a los directores desde el cuidado para que no se sientan como que somos los señores del puro», afirma, divertido. Añade que tanto la persona con la que comparte Mansalva como él mismo también tienen experiencia en la dirección y ofrecen el trato que les gustaría recibir.

Lo que más les gustó del proyecto ahora nominado que, en última instancia, fue lo que les animó a participar, fue «la conexión emocional» que tenían los directores con su producto: «Un corto se tarda mucho tiempo en realizar, por eso hace falta que veamos la energía, el motor y la conexión. También apostamos por cosas que como espectadores nos gustaría ver en pantalla, que aborden temas que no suelen tocarse y que tengan un toque de humor, porque nuestra intención es también entretener». En este sentido, explica que Todo está perdido pone del revés el statu quo, cuestiona la familia tradicional «y la lleva hasta un punto casi de película de terror». Y no miente ni exagera.

La técnica utilizada de animación en volumen moviendo objetos fotografiados -conocida con el anglicismo stop motion- es muy laboriosa (aquí se puede ver el making off: https://www.youtube.com/watch?v=M_7XOqvAJI0) porque los muñecos se construyen con una estructura de alambre o metálica que permite articularlos y se graba movimiento a movimiento. Ocho meses cuenta David Castro que pasaron desde su incorporación al proyecto y el inicio de la búsqueda de su financiación hasta la salida de la copia, un tiempo «en el que todos los trabajadores cobraron como ocurre siempre en la animación: fueron ocho meses de trabajo diario con salarios justos y en buenas condiciones».

El burgalés -hijo de la conocida pintora Colette González- ya tuvo otra nominación a los premios de la Academia española en 2017, también por otro cortometraje de animación titulado Uka, que cuenta la historia de una niña que vive sola en una fábrica. Responde con un rotundo sí cuando se le pregunta si está ahora donde quería hacerlo cuando era un estudiante en las aulas de COMA: «Sin duda, trabajar en el cine era un objetivo. Los años que pasé en la facultad fueron muy importantes porque supusieron, sobre todo, encontrarme con gente que tenía mis mismos intereses, unos gustos parecidos y un idéntico amor por el cine». 

Esta pasión le acompaña, cuenta, desde que era un adolescente y no se perdía ni una emisión del aula de cine de la UBU. También hizo sus pinitos en la escuela de teatro municipal y se relacionó con los grupos artísticos de la ciudad, con la que no ha perdido contacto; de hecho, Mansalva tiene oficina en Burgos y a sus promotores les importa mucho mantener su presencia aquí, donde también están conectados continuamente con profesionales vinculados a los grados de Comunicación Audiovisual y de Vídeojuegos: «Creo que la ciudad y la provincia tienen un potencial tremendo como escenarios de cine, es una gran idea que se haya creado una film commission».