"Tengo 20 o 30 canales de televisión en la cabeza y estoy haciendo zapping todo el tiempo. Veo Netflix en mi cerebro". Así resume Adrián Santamaría Bustillo la inagotable y desbordante fuente de ideas con la que crea su dibujo diario desde marzo de 2018. Quienes le siguen en Facebook e Instagram (@adriansb.art) saben que cada día tienen una cita con el humor, la sátira, la crítica o sencillamente con la belleza del arte, pero siempre con la genialidad de este artista medinés que acaba de estrenar la web midibujodiario.es, donde muestra las 1.755 creaciones lanzadas hasta hoy.

Su estudio, su lugar secreto, un búnker con aislamiento para huir del ruido exterior, está muy ordenado. Docenas y docenas de lápices, de rotuladores, bolígrafos de tinta y de todo tipo, pinceles, acuarelas... se almacenan allí. Si fueron explosivos aquello sería un verdadero polvorín. Obsesivo con el material nunca le puede fallar como tampoco sus libretas de cuartillas de algodón prensado y pasta dura entelada, que se acumulan en sus armarios. Es en ellas donde dibuja cada día, normalmente antes de entrar a trabajar en la cafetería La Gramola. Ideas asegura que le sobran y lo mejor es que disfruta de absoluta libertad. "Me he cagado en la derecha y en la izquierda. Soy del partido del sentido común, que es lo que ahora falta por todos lados en la era de la autocensura y la dictadura de una minoría", resume. "Soy pobre, obrero y encima artista", añade.

Y sobre esos mimbres nacen sus caricaturas extraordinarias del rey emérito, Isabel Ayuso, José Luis Martínez-Almeida, Irene Montero, Putin o el alcalde de Medina de Pomar, Isaac Angulo, al que borda. La serie La palestra, una de las más de treinta en que se distribuyen los temas de sus dibujos, es la que suelen protagonizar políticos y personajes públicos. Pero de su vida cotidiana nacen otras series, como la del Espidifen, reservada a la resaca habitual de los domingos, un día ya agotador tras toda la semana de trabajo y en el que el popular antiinflamatorio toma vida y se convierte en el personaje del día.

Adrián SB en su estudio dibujando - Foto: A.C.

Sus historias de barman, como la del día que se dejó un parroquiano durmiendo dentro no hace mucho, o las decenas a las que le dan pie sus clientes, son también muy populares, como los dibujos que hacen un guiño a las fiestas de diferentes puntos o a los eventos que se suceden en la ciudad. La actualidad no se le escapa y ha pintado el escándalo de la FIFA en Catar, los incendios que asolaron España este verano o el cambio climático, entre otros muchos temas. Pero su preferido es El cosmonauta de la hoja de papel, quien protagoniza una serie donde juega con el negro dejando blancos en el papel, y que casi siempre va acompañado de su maletín con el lunch (almuerzo), un juego de palabras "astronáutico" con launch (lanzamiento), que se pronuncia prácticamente igual.

alcance. Algunos de sus dibujos llegan a cerca de 10.000 personas. "Vivir de esto sería un puntazo", admite este joven de 36 años, que se formó en un ciclo superior de Informática, pero a quien la crisis de 2008 impidió avanzar en esta profesión. Desde muy pronto comenzó a trabajar los fines de semana en la hostelería y lo simultaneó con sus estudios, primero, y con su trabajo de informático, después, hasta que decidió quedarse con la hostelería a tiempo completo.

Un día de noviembre de 2017, solo en el bar, retomó su pasión por el dibujo en blanco y negro. En aquella viñeta aparece su propia imagen, muy enfadado, diciendo: "Se puede saber, ¿dónde cojones estabais?". Atentamente le miran su lápiz y la inspiración. Decidió cogerlos de nuevo y comenzar de nuevo a pintar. Probó papeles, materiales… la periodicidad no era estable, hasta que el 5 de marzo de 2018 nació su dibujo diario, un objetivo que siempre cumple y que muchos esperan. Reconocidos artistas, como Fernando Alea, quien fuera el presidente y fundador del Ateneo Café Universal, los aplauden y le animan a seguir creando.

Quien fuera su profesora en la Academia Artestudio, cuando era un niño, Marimar Prieto, solo tiene alabanzas hacia Adrián: "Me encanta, es muy creativo y comparto sus dibujos con otros profesionales a los que gusta mucho". Prieto aún recuerda uno de los primeros trabajos que hizo en su clase. Le dio la libertad de elegir y decidió dibujar París. Cuando regresó a mirarlo se encontró con "un dibujo lleno de cosas, de gente que iba y venía, la torre Eiffel... flipé". "Ahí vi como era de especial", dice, pero admite que no supo retenerlo en las clases, porque el pequeño Adrián era, como ahora, "un espíritu libre". Destacaba porque ya tenía "muchísima agilidad con el dibujo" y ha ido creciendo con los años. En la adolescencia también seguía practicando en las clases del instituto cuando las Matemáticas se le hacían soporíferas. Más de un profesor acabó pidiéndole su caricatura. Pero nunca pensó que sus dibujos diarios iban a gustar tanto. Hoy volverá a dibujar, colorear... interpretar la realidad o inventársela.