Ribera apuesta ya en serio por los blancos de uva albillo

L.N. / Aranda
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En el sector destacan que se ha pasado de arrancar estas cepas a apostar por ellas y vaticinan que esta variedad de albillo mayor irá a más en la Ribera del Duero porque el mercado así lo demanda y por su creciente prestigio a nivel internacional

Vendimia del albillo mayor en la localidad ribereña de Zazuar. - Foto: Jesús J. Matías

De arrancar las cepas a apostar por ellas. Es el cambio que ha experimentado la variedad albillo mayor en la Denominación de Origen Ribera del Duero, dominada de manera tradicional por los vinos tintos. Pero resulta que los blancos se abren camino y que su peso crece campaña tras campaña. De hecho, según los datos que maneja el Consejo Regulador, el año 2023 finalizó con un total de 462 hectáreas repartidas por diversos municipios de la comarca, como Zazuar, Sotillo de la Ribera, La Vid o Gumiel de Mercado. Se trata de la cifra más elevada de la última década, tras encadenar cuatro años consecutivos de subidas. De las 362 hectáreas de albillo mayor que había en 2019 se pasó a 373 en 2020, después a 393 en 2021 y de ahí a 411 en 2022. 

No obstante, hace 20 años la situación difería de la actual. Allá por 2003, en el registro del Consejo Regulador figuraban 503 hectáreas de esta variedad y sólo cuatro años después, en 2007, se alcanzó el dato más alto con 558. Sin embargo, después llegaron 12 años de caídas. Viticultores como Félix Marina, que se dedica a elaborar únicamente vinos con albillo mayor de forma ecológica, lo achacan a dos factores. Por un lado, que en esos años «se arrancó mucho viñedo y se plantó tempranillo», la variedad que ejerce como reina en la denominación de origen, con 26.137 hectáreas en la actualidad. Al parecer, el kilo de uva se pagaba entre 0,20 y 0,60 euros el kilo, por lo que no resultaba rentable. Y, por otro, «mucho viñedo viejo de albillo mayor figuraba como tinto» en los registros y los viticultores han tenido que demostrar que es blanco para que Ribera del Duero lo autorizase. 

Así, el primer vino blanco con contraetiqueta de la Denominación de Origen se lanzó al mercado a finales de 2019. Ahora, «mucho ya se ha calificado como debe ser» y «se ha plantado más», como resalta Marina, con viñas en Hoyales de Roa. Además, los precios acompañan, ya que han subido a una horquilla de entre 1,60 y 1,80 euros el kilo. En esta línea, calcula que el valor añadido para la comarca ronda los cuatro millones de euros, teniendo en cuenta que se recoge una media de 5.000 kilos en las cerca de 500 hectáreas que hay. 

En auge. En lo inmediato, Marina vaticina que seguirá aumentando la superficie de albillo mayor. «Se planta más porque cada vez hay más bodegas que quieren elaborar blancos», asegura, mientras remarca que se trata de «un acompañamiento muy bueno para bodegas que hacen tintos y que así pueden vender más en verano con los blancos». Y es que, como admiten en el sector vitivinícola, en los últimos años el consumo ha caído de forma considerable en la época estival debido a las altas temperaturas que se han registrado. Aquí se abren nuevas oportunidades.

También la crítica internacional reconoce que, campaña tras campaña, se mejora la calidad de los blancos en Ribera del Duero. En su último informe, el prestigioso master of wine británico Tim Atkin destacó que el número de viticultores que apuestan por el albillo mayor crece de forma progresiva y ronda los 60 e incluye bodegas 'top'. A su juicio, estas iniciativas reflejan la creación de nuevos nichos: «Lo bueno es que los estilos evolucionan». El propio Marina destaca la demanda creciente y constata que se nota un aumento de ventas gracias a la confluencia de viticultores que luchan contra el olvido de estas cepas y que las mantienen por cariño y el voto de confianza que les otorgan los consumidores.