Las mujeres tiran del comercio y copan textil y alimentación

B.G.R.
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Son mayoría tanto en los datos de afiliación al régimen general como en el de autónomos, lo que, según la FEC, pone de manifiesto el potencial emprendedor femenino en la provincia burgalesa

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Blanca Jimena, Verónica Delgado Mari Carmen de la Calera y Virginia Izquierdo. - Foto: Luis López de Araico y Valdivielso

La Federación de Empresarios de Comercio (FEC) ha querido poner cara a los trabajadores burgaleses que desempeñan su labor profesional en el sector. Y lo ha hecho a través de una radiografía por género que evidencia el peso de la mujer en esta actividad económica al ser mayoría tanto en el régimen general de la Seguridad social como en el de autónomos (RETA), con una presencia abrumadora en ámbitos como el de las prendas de vestir o el de la alimentación.

Los datos de afiliación recogidos por la patronal, a través de la Secretaría de Estado de la Seguridad Social y con fecha de marzo de 2022, incluyen aquellas actividades consideradas como comercio al por menor, donde también están presentes las grandes y medianas superficies, revelan que las mujeres ocupan el 68,60% de los empleos en el conjunto de la provincia (11.078). Este porcentaje varía dependiendo de los núcleos de población, incrementándose hasta el 73,43% del total en el caso de la capital burgalesa, donde se contabilizan un total de 6.736 cotizantes, precisamente, por una mayor presencia de este tipo de establecimientos. La tendencia se mantiene en lo referente al empleo por cuenta propia, 3.080, de los cuales el 56,17% son empresarias y el 57,33% o 982 desarrollan su trabajo profesional en el municipio de Burgos.

El estudio analiza la estructura del comercio minorista por sectores, siendo la alimentación la que aglutina el mayor número de trabajadores, seguida a gran distancia por el equipamiento de la persona (textil, calzado y complementos) y los negocios con un alto componente de servicio, entre los que figuran actividades como las floristerías, droguerías y perfumerías, tiendas de animales, suministros industriales o gasolineras, entre otras. El equipamiento del hogar cierra la tabla, en la que no se han incluido farmacias, venta ambulante y aquellos negocios que con presencia solo en internet.

En este análisis por subsectores es donde se percibe la gran diferencia que existe en cuanto a género. En el de mayor peso, la alimentación, que supone el 59% del total  del conjunto de trabajadores burgaleses por cuenta ajena, la mujer absorbe un 46% de esos empleos y un 11% en el caso del equipamiento de la persona, que representa el 13% en esa pirámide de actividades. Lo mismo ocurre entre los autónomos, donde la presencia de empresarias supera el 70% al frente, por ejemplo, de negocios vinculados a la ropa, el calzado o los productos cosméticos. En el lado contrario y con una representatividad menor a la del hombre, figuran los negocios vinculados a la informática, artículos de segunda mano, gasolineras o tiendas de electrodomésticos, ya que sea tanto en el RETA como en el régimen general.

capacidad emprendedora. La presidenta de la FEC, Consuelo Fontecha, considera que esta radiografía refleja la «capacidad emprendedora de las mujeres burgalesas y su papel como generadoras de empleo», destacando en este sentido que se trata del sector con mayor número de empresarias de todo el tejido económico. No obstante y más allá de esta distribución, pone el foco en el progresivo descenso de la afiliación que se está produciendo en los últimos años, con una pérdida de más de 500 puestos de trabajo desde 2018.

Es aquí donde Fontecha reivindica no tanto ayudas públicas sino una reducción de la carga burocrática que soportan los negocios, poniendo como ejemplo la agilidad que supuso en su momento la declaración responsable que permite la apertura de un establecimiento. «Cada día aparecen nuevos reglamentos y ordenanzas», subraya, haciendo hincapié en que si «queremos mantener un tejido empresarial sano y no asfixiado debe trabajarse en este sentido en todos los ámbitos, así como reconocer el componente social que entraña la actividad comercial», sobre todo en el medio rural.