Esquimales en Neila

P.C.P.
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Joseba del Valle, Zigor Cámara y Guillermo de Oliveira cumplen el sueño de construirse un iglú para dormir a 2.000 metros de altitud, con 2 grados bajo cero y las Lagunas a sus pies

Como todo sueño infantil, combina las dosis justas de realidad efímera, de imaginación, de locura y de perseverancia rayana en la testarudez. Y como todo anhelo perseguido durante tanto tiempo, una vez conquistado deja un cierto regusto amargo por lo que rápido que ha pasado. Y eso que conllevó si esfuerzo, primero la subida a pie hasta situarse por encima de la Laguna Negra de Neila, cargados con mochilas de hasta 16  kilos de peso, cuesta arriba y con un buen paquete de nieve; y después las dos horas y media de construcción pura y dura, sin más herramientas que un serrucho de madera, una pala y los guantes de nieve.

Después de cuatro años de planes, un simulacro en Pinilla de los Barruecos y un primero intento fallido en la Sierra de Neila, así es como han pasado este fin de semana Joseba del Valle y Zigor Cámara, dos primeros de Pinilla de los Barruecos, y Guillermo de Oliveira, el director del documental Desenterrado a Sad Hill, dentro de un iglú construido por ellos mismos, a 1.940 metros de altitud y con dos grados bajo cero en el exterior y viento sur, que en esas cotas nada tiene de agradable. Al estilo tradicional esquimal, con bloques de unos 25 centímetros de grosor, en espiral y con nieve entre dura y de primavera -«los noruegos tienen hasta 30 tipos diferentes de nieve», aclara Del Valle, levantaron un iglú de manual.

Lo habían intentado unas semanas antes, pero con la nieve en polvo fue imposible. Esta vez, y tras consultar a Agustín Sandoval, el gurú de la meteorología en Pinares de Soria y Burgos -no se pierdan las imágenes de Meteoduruelo, su cuenta de Twitter- y resguardarse del viento, todos los astros estaban a su favor. Todos salvo un satélite, la luna, que al ser nueva les privó de la luz nocturna que embruja ciertas noches en las Lagunas Glaciares de Neila.

Zigor Cámara, Guillermo de Oliveira y Joseba del Valle (de i. a d.), en plena construcción del iglú con la Laguna Negra al fondo. / fotos: del valle-de oliveiraZigor Cámara, Guillermo de Oliveira y Joseba del Valle (de i. a d.), en plena construcción del iglú con la Laguna Negra al fondo. / fotos: del valle-de oliveira - Foto: Fotos: Del valle De oliveira

En la cúpula del iglú dejaron un hueco a modo de ventana, cubierto con metacrilato, para tumbarse a ver las estrellas. Lástima que alguna nube se interpuso entre ambos. En el interior, una mesilla para las gafas de De Oliveira -«es muy ordenado»- y una cálida luz rojiza colgada de un palo en el techo.

Además de los aviones sobrevolar, esos que soñaba con pilotar el neilense Epifanio Medel, su sueño se acompasó con los crujidos que al anochecer genera la propia laguna, debido al cambio de temperatura. Y al amanecer, en cuanto el sol hace acto de presencia, los pajarillos se arrancan a cantar. Y paz, mucha paz, una sensación «de bienestar», que reconforta como el fuego.

Localizaciones para un western en la nieve. Javier, arquitecto municipal de Covarrubias, era el cuarto hombre comisionado para esta pequeña aventura que no pudo acudir por otro compromiso. Carlos ya se había borrado de la expedición de los primos de Pinilla de los Barruecos, tras una mala experiencia previa en el San Millán, donde hasta Joseba del Valle reconoce que pasaron una noche horrible. «Éramos muy jóvenes», se justifica. Este fin de semana, sin embargo, ha sido totalmente distinto. «Lo he pasado muy bien, he dormido, hemos contado historias antes de acostarnos, nos hemos organizado muy bien dentro del iglú, porque pensé que iba a ser todo más caótico... Ha salido todo genial», apunta este profesor de FP en el País Vasco.

Así que al final, quedaron tres. No podía ser otro número, que el de El bueno, el feo y el malo. Sad Hill unió a De Oliveira y a Del Valle, que soñaron este iglú cuando buscaban localizaciones por la Sierra de la Demanda para el último trabajo del cineasta, un western, pero en la nieve. Al final, Sauerdogs se rodó a los pies del Aneto, con hasta 18 perros huskies, y ya ha comenzado a recibir premios, entre ellos el del Certamen de Cine Corto que la Asociación Cultural Serranomantiega organiza cada año enSalas de los Infantes. Los interesados en descubrir los detalles de ese trabajo, tienen material en el canal de Youtube de Zapruder Pictures.