El sector de las bodas sufre un frenazo en la Ribera

I.M.L. / Aranda
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Los salones de celebraciones de Aranda tienen una media de diez reservas para este verano y en las iglesias más solicitadas, Santa María y la ermita de la patrona, suman solo 14 ceremonias en 4 meses

Los eventos buscan cada vez más espacios al aire libre para las celebraciones. - Foto: DB

La tan aludida nueva normalidad no ha llegado de lleno a la celebración de matrimonios en la capital ribereña. El año ha comenzado con una tímida actividad en lo que a reservas se refiere en los salones que organizan las celebraciones y la cifra se desploma en el caso de las ceremonias religiosas en los dos templos que, por tradición, eran los más solicitados por los novios arandinos. En la agenda de la parroquia de Santa María, que gestiona la iglesia homónima y también la ermita de la Virgen de las Viñas, su responsable repasa una agenda que, entre junio y septiembre, solo tiene 14 fechas concertadas.

«En abril y mayo no tenemos ninguna boda, cuatro en la ermita en junio, el julio hay tres allí y dos en Santa María, en agosto solo hay dos en la Virgen de las Viñas porque aquí en Santa María no solemos hacer ese mes, y quedan tres para septiembre, dos aquí y una en la ermita», enumera el párroco Francisco Javier Valdivieso, que especifica además que «ahora hay diez parejas haciendo el cursillo prematrimonial».

Consciente de los cambios y tendencias sociales, Valdivieso apunta a que «cada vez hay más bodas civiles». Una afirmación que constatan los responsables de algunos de los establecimientos hosteleros que ofrecen el servicio de banquetes. «Ahora la mitad de las bodas que damos son civiles, incluso han venido novios que ya estaban casados pero que no lo habían celebrado o que, simplemente, juntan a sus familiares y amigos sin hacer ceremonia», explica Gloria Herrero, directora del Hotel Montermoso por la experiencia de los últimos años. En su agenda asegura que «aún tenemos algún fin de semana libre, pero nosotros tenemos bodas también en octubre o incluso noviembre» apunta Herrero, que destaca que los novios organizan ahora de otra manera estos eventos. «No tienen prisas, antes había reservas a dos o tres años vista, ahora no», añade la responsable del Hotel Montermoso.

Otro clásico, el Área Tudanca, constata esa ralentización en las reservas de grandes eventos familiares. «Ahora tenemos unas 12 bodas contratadas, tres de ellas civiles, pero para el verano, porque la gente quiere cada vez más aprovechar nuestros viñedos al aire libre, desde la covid, para el cóctel o la ceremonia», explicita Miguel Ángel Rodríguez, director de Restauración del Área Tudanca. 

Por su parte, en el Restaurante Los Rastrojos tienen un nivel de reservas similar. «Para comuniones estamos a tope pero las bodas han bajado mucho, un 50% menos que el año pasado, ahora tendremos como unas diez y dos de ellas son civiles», especifica José Luis Martínez, gerente de este establecimiento en la carretera de Peñaranda.

Más pequeñas. Además de ser menos los banquetes, la tendencia actual es que haya un menor número de invitados. «De aquellas bodas en las que los novios no conocían a la mayoría de los que iban porque eran familiares lejanos o amigos de los padres, ahora hemos pasado a reducir mucho los comensales, ya es difícil una boda grande con 300 invitados, la media está en la mitad», relata desde su experiencia Gloria Herrero.

Esta tendencia generalizada se suma a otras nuevas que se vienen imponiendo en los últimos años a la hora de organizar el evento. «Cada pareja lo hace a su gusto, unos quieren más cóctel previo y que el menú sea más corto y otros apuestan por que sea un aperitivo y dar más platos, pero lo que no falta nunca es el lechazo asado, aquí es imprescindible», puntualiza Miguel Ángel Rodríguez, que este año ha constatado con sorpresa que «hay muchas más bodas de mañana, cuando hace años lo que más se reservaba eran las de tarde», sin encontrar una explicación a esta nueva tendencia en bodas.