Los reyes del ron

R. Pérez Barredo / Burgos
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Los hermanos Botrán, nacidos en Roa de Duero, pusieron en marcha en Guatemala a mediados del siglo XX una empresa licorera • Su ron es considerado hoy uno de los mejores y más vendidos del mundo

El imperio Botrán surgió del fuego: el incendio que devastó la tienda de ultramarinos que la familia poseía en Roa de Duero habría de resultar el comienzo de una empresa exitosa que aún sigue escribiendo su historia con letras de oro. Eran los años centrales del sigloXIX. Desolado por tamaña desgracia, el matrimonio compuesto por Andrés Botrán y Paula Merino decidió abandonar aquella Castilla paupérrima e iniciar una nueva vida con sus cinco hijos en territorios más prósperos. Su primer destino fue la localidad asturiana de Llanes. No por mucho tiempo. Ya en los albores del siglo XX, el mayor de los hijos, Venancio, se fue, como tantos hombres de su tiempo, a hacer las Américas. Al otro lado del Atlántico la tierra era de promisión: los Botrán habían visto cómo a menudo regresaban los españoles de aquellos países de ultramar cargados de fortunas.

Venancio embarcó en Gijón en 1910. Su destino era México, pero quiso el azar que durante la larga travesía transoceánica el emigrante burgalés fuese convencido por un compañero de viaje para intentar buscar fortuna en Guatemala, país que, a diferencia de México, destino más habitual de la emigración española, ofrecía un mayor número de oportunidades por tratarse de un terreno más virgen en todos los aspectos. Guiado por su olfato, Venancio probó suerte y se estableció en el Departamento de Quiché, en la región noroccidental del país centroamericano, que por cercanía a México tenía un intenso trajín comercial. Abrió un comercio en el que trabajó de sol a sol, sin descanso, sin fiestas, sin tregua.

Dos años después viajó a Guatemala el segundo de los hermanos Botrán, Andrés. En menos de un lustro el resto de la familia hizo lo propio: Jesús, Felipe y Alejandro se pusieron a trabajar con sus hermanos en el negocio. Llegaron a poseer varias tiendas en esta región del país, hasta que decidieron instalarse en la capital, donde adquirieron un gran almacén en el que se vendía de todo. Pero el carácter emprendedor de esta familia burgalesa no se conformó, pese a que el negocio era floreciente y estaba permitiéndoles vivir holgadamente. Una decisión del gobierno del país centroamericano resultó fundamental para el impulso definitivo de la familia Botrán: permitir que la iniciativa privada adquiriera negocios relacionados con el licor.

Los burgaleses lograron poner en marcha la Licorera Quezalteca, que en la década de los años 40 contaba ya con las más modernas instalaciones. Gracias a su espíritu emprendedor, los Botrán desarrollaron, actualizaron y modernizaron la producción y la tradición tanto de los licores tradicionales (como el famoso ‘La indita’, muy enraizado en las costumbres guatemaltecas y empleado, a menudo, en ceremonias indígenas que evocan a las que se realizaban en la cultura Maya) como de toda una gama de licores que les ha dado prestigio internacional.

Un ron más dulce

No en vano, el negocio que pusieron en marcha los hermanos Botrán hace tres cuartos de siglo cuenta en la actualidad con enormes instalaciones dotadas de los más modernos métodos de destilación, lo que les ha permitido desde hace años competir en el mercado internacional con niveles de altísima calidad. La diferencia del ron Botrán con otros rones del Caribe o Centroamérica, es que el guatemalteco es más dulce, se produce directamente de la miel virgen extraída de la caña y no de subproductos de caña como sucede con otro tipo de rones.

También viene avalado por las características climáticas y topográficas, que reúnen las condiciones idóneas para el cultivo de las variedades de caña de maduración tardía, que son muy valoradas por su alta concentración de azúcares. Para producir sus rones añejos, Botrán fermenta el jugo concentrado de caña de azúcar utilizando una cepa propia de levadura que permite la transformación de los azúcares en las sustancias que dan los aromas y sabores en el ron.

Los rones añejos de Botrán alcanza su grado de madurez en Quetzaltenango, ciudad en la que se hallan las bodegas de añejamiento. Es allí donde los rones jóvenes y maduros son mezclados y añejados con mimo en secuencias de barricas particulares para cada producto.

«Los hermanos Botrán lograron inculcar en su descendencia el desarrollo de las empresas iniciadas y desde 1955 hasta 1975 se dedicaron principalmente a la comercialización de todos los productos de la industria licorera quezalteca, principalmente en la ciudad Guatemala y después en todo el mundo. La familia Botrán ha sido un ejemplo de actividad, esfuerzo y desarrollo, llegando a establecer la entidad Botrán Hermanos, que es una de las empresas guatemaltecas mejor consolidadas mundialmente y que es fuente de ingresos y de trabajo para numerosos guatemaltecos», señala el historiador Miguel Castro Gómez.  Los Botrán jamás olvidaron sus orígenes: Alejandro y Jesús fueron presidentes de la Beneficencia Española de Guatemala y en 1958 el Gobierno español les otorgó la Cruz de Caballeros de la Orden del Mérito Civil.

Una expansión imparable

La marca de ron Botrán, que opera como Industrias Licoreras de Guatemala, se ha convertido en una de las más famosas del mundo. Hace años que inició su expansión en el mercado norteamericano, donde está asentado y tiene padrinos de lujo, como el empresario de origen cubano Emilio Estefan, su embajador en Estados Unidos y protagonista de una campaña que tiene un eslógan claro: ‘La noche comienza con Botrán’. Pero hay mucho más: los rones añejos de la marca Botrán están entre los diez más vendidos en el mundo, según la prestigiosa revista Drinks International. Durante cinco años consecutivos Ron Botrán obtuvo de los expertos el título de ‘Mejor ron del mundo’. La empresa es dirigida hoy por Roberto García Botrán, nieto de Jesús, uno de los cinco fundadores de este imperio ronero.

El año pasado Botrán obtuvo el registro de la Indicación Geográfica Ron de Guatemala por la Unión Europea, una certificación que permitió exportar la bebida a los mercados del Viejo Continente, incluido el español, en el que la marca desembarcó el pasado año con la intención de conquistar todo el continente. En poco más de un año, Botrán se ha abierto un hueco en el mercado de la patria de esta familia, cerrando así una suerte de círculo vital.

Nunca un viaje entre España y Guatemala fue tan dulce.