Editorial

Patronal y sindicatos deben entenderse en materia salarial desde la seriedad

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La negociación entre patronal y sindicatos que ya está en curso para la subida de salarios ha de convertirse en una nueva oportunidad para encauzar las relaciones y la senda del entendimiento entre ambas partes. El reciente incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta los 1.080 euros mensuales sin acuerdo entre las partes implicadas quebrantó hace pocas semanas el marco de colaboración en el que, con un balance satisfactorio, se habían movido en los últimos años los representantes de los empresarios y de los trabajadores, especialmente meritorio en un contexto complicado como el desencadenado por la pandemia del covid-19 en sus derivadas económicas y laborales. Con la ausencia de la CEOE en la foto del SMI, había quedado en el aire la sensación de que este choque pudiera suponer un punto de inflexión y encaminar las relaciones hacia la conflictividad.

El camino emprendido para alcanzar un acuerdo en las subidas de salarios va a ser un buen momento para examinar el nuevo escenario. Más allá de la lógica que conlleva una negociación de este tipo en cuanto a ajustar hasta la última décima, el proceso no va a estar exento de polémicas y desencuentros, como el relativo a la propuesta de los sindicatos de que el Gobierno eleve un 15% los impuestos a las empresas si no se alcanza un acuerdo sobre la revalorización de los salarios. Con este planteamiento del todo fuera de lugar, parece razonable la sorpresa con la que el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, reaccionó ayer al conocerlo. Aunque en el comienzo de cualquier negociación suelen abundar los órdagos, la reivindicación sindical carece de seriedad al querer castigar por falta de acuerdo a las empresas, que están en su derecho de llegar o no a un pacto; exactamente, el mismo que ampara a los sindicatos y para el que no señalan penalización alguna. Obviamente, no cabe tal petición ni para unos ni para otros.

El aumento del coste de la vida para las familias y de los costes de producción para las empresas presagian una negociación difícil, que exige un punto de partida con unos planteamientos serios. Las temidas hemerotecas hacen albergar en este caso cierto punto de esperanza si la negociación se encauza hacia aspectos objetivamente razonables. Por ejemplo, lo planteado a mediados de enero por CCOO de fijar las subidas en función de las empresas o sectores con mejores resultados, que encontró en la patronal una respuesta en positivo. No obstante, por el momento UGT y CCOO plantean sin excepciones un aumento del 5% en 2022, del 4,5% en 2023 y del 3,75 en 2024. Lo que tenga que modificarse para el acuerdo final que sea desde la seriedad.