Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


El lince y el lobo

18/06/2023

Madrid anda revolucionado estos días, hay un ambiente como de estar viviendo un hecho histórico que llevaba mucho tiempo esperándose. Los más viejos del lugar no recuerdan algo así, y muchos de ellos creían que se despedirían de este mundo sin poder escuchar la noticia que esta semana ofrecían los noticieros de la televisión: se ha avistado un lince ibérico en un pueblo a veinte kilómetros de la capital. Seguramente ha venido del sur, puede ser un ejemplar de alguna de las camadas con las que se ha repoblado la sierra andaluza, pero volver a ver tan al norte a este felino autóctono de la península ha sido un soplo de esperanza, un aldabonazo a las conciencias que nos quieren imponer el dogma de que el mundo se acaba por culpa de la acción del hombre y nos quieren inocular la idea de que rebatir ese catastrofismo es motivo suficiente para que te tachen de algo horrible en nuestros tiempos: ser un negacionista. Pues sí, hay linces en un espacio supuestamente esquilmado, a menos de una hora de los rascacielos de la Castellana y en un entorno medioambiental magnífico, pese a lo que pregonan los defensores del apocalipsis natural del planeta.

Con los linces en la Comunidad de Madrid pasa como con los lobos. Procedentes de Castilla y León, ya se dejan ver de nuevo, tantos años después, en la sierra de Guadarrama, otro escenario ecológico de enorme calidad. Mi abuelo me contaba las historias de su pueblo zamorano, Cerdillo de Sanabria junto al Lago, y cómo durante más de una noche cuidando al ganado tuvo que encaramarse a algún árbol entre su pedanía y Trefacio para evitar que los lobos le atacaran. Después de oírle contar aquellas aventuras antes de la cena, siempre que recorría los caminos pegados a la ribera de río Tera me imaginaba los lobos acechándonos. Luego escuché, muchos años después, que el lobo había desaparecido del centro de la península para guarecerse hacia el norte, en tierras castellanas y cántabras, y por eso ahora que tan cerca de la urbe septentrional volvemos a tener al carnívoro loado por Rodríguez de la Fuente en sus documentales y al simpático y huidizo gato montés de las orejas puntiagudas, me reconcilio con aquellos años de aprendizaje y pubertad.

Leo con alegría que también la Junta va a poner en marcha programas de cría y salvación del lince en esta Comunidad, porque una vez avistado en Madrid podemos tenerle en Ávila, la tierra de mi padre, o en Segovia no tardando mucho, desafiando la leyenda que siempre pareció decirnos que nunca más veríamos a esta especie tan amenazada por estas latitudes. La noticia ha pasado casi desapercibida, pero es una de las más bellas y estimulantes que hemos tenido desde hace mucho tiempo.