El caballo, un aliado para aprender

A.C. / Medina de Pomar
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María Díaz Ruiz, educadora y pedagoga especializada en equinoterapia, ha apostado por crear su propia empresa, Alacrin, para ayudar a mejorar la calidad de vida de muchas personas

María Díaz con una de sus pequeñas usuarias a lomos de un caballo enano y muy tranquilo, Yuri, en las instalaciones de Eqquality Animal, en Pomar. - Foto: A.C.

Cuando era pequeña se aprendió una enciclopedia de perros que aún recuerda. A María Díaz Ruiz le encantan los animales desde que nació, pero no estudio Veterinaria, porque las ciencias se le cruzaron. Se diplomó en Educación Social y se licenció en Pedagogía. Cuando hace cinco años, esta joven dejó su casa en la capital burgalesa y recaló en la Merindad de Valdivielso para formar parte de un proyecto de agroecología seguía sin tener claro su camino. Fue su llegada al medio rural y, con ello, la cercanía con los animales lo que le marcó el rumbo a seguir. En el curso 2019-2020 completó un postgrado en la Universidad Autónoma de Barcelona en 'Equinoterapia y coaching prosocial. Comunicación y emociones'. Encontró «una herramienta muy valiosa para incidir positivamente en para el bienestar de las personas» y una salida profesional que le apasiona.

«Me gusta y me intriga el ser humano, sus dimensiones, su vulnerabilidad, entender por qué actuamos como actuamos, nuestra conducta», resumen esta profesional que hace poco más de un año fundó Alacrin: Pedagogía y Equinoterapia, «un proyecto pedagógico que busca aumentar la calidad de vida de las personas a través del manejo consciente del caballo». Petinto fue su primer caballo y después adquirió dos yeguas más con los que comenzó a practicar con sus primeros usuarios. Díaz podría trabajar en un despacho, pero apuesta por el caballo, porque «el aprendizaje se asienta sobre la emoción y cuanta más carga emocional hay y cuanto más estás comprometiendo al cuerpo y al cerebro, más aprendizaje se produce». En ese campo está convencida de que «el caballo ofrece oportunidades únicas».

«El animal es grande, impresiona, se necesita seguridad en uno mismo para subirse, manejarlo... Te pone a prueba y tiene una sensibilidad extraordinaria», relata. La terapia complementaria que propone María Díaz con los caballos puede ayudar a personas con diferentes trastornos del desarrollo como diversidad funcional, déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o autismo. También a quienes sufren dificultades en el aprendizaje, especialmente las relacionadas con las habilidades lecto-escritoras. La ansiedad, miedos, fobias y otras dificultades emocionales, como el duelo, sensoriales y de conducta también tienen cabida en su trabajo. Incluso las demencias asociadas a la edad pueden ralentizarse con el tipo de estimulación emocional, sensorial y cognitiva que ofrece. Lo vivió con un hombre de 92 años.

Si bien es cierto que no considera la equinoterapia apta para todas las personas, al resto, el animal les ayudará de un modo extraordinario. Un simple paseo por el entorno del centro ecuestre Eqquality Animal, en el barrio medinés de Pomar, donde tiene su centro de operaciones Alacrin, puede estar lleno de retos para una criatura que nunca acepta el no por respuesta y tiene poquísima tolerancia a la frustración.

Esta profesional ha encontrado en Eqquality Animal el espacio que buscaba, porque los caballos van sin herraduras o sin bocado, están bien cuidados y disfrutan de una gran cantidad de espacio, algo importante para «garantizar su equilibrio y fiabilidad», afirma. Todo cuenta en la equinoterapia que practica María Díaz sobre la base de la disciplina positiva, incluso el contacto con la piel del caballo, con el calor que trasmite. Sus usuarios no utilizan sillas de montar, solo protectores de tela acolchados, porque «el calor tiene, entre otros beneficios, la relajación o la oxigenación de los músculos». A personas con problemas para caminar, como por ejemplo las que han sufrido un ictus, «el calor del caballo beneficia a su musculatura, y hasta la cadencia de la cadera de los equinos al caminar puede activar los circuitos de la marcha en el cerebro», según explica. Sin duda, el caballo es un gran aliado.