Sin educación sexual crecen los embarazos no deseados

A.G. / Burgos
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Abel Renuncio, de la Sociedad Española de Contracepción, califica de «fracaso social» que el 47% de las mujeres que abortaron en 2022 no usara ningún método para evitar una gestación

Jóvenes y no tan jóvenes siguen creyendo en bulos sobre la evitación de embarazos y buscando información al respecto en lugares con poca base científica. - Foto: Patricia

«Es un auténtico fracaso como sociedad que no seamos capaces de preparar a jóvenes y adolescentes para su vida afectivo-sexual y también lo es que el 47% de las mujeres que interrumpieron una gestación no deseada el año pasado reconocieran no haber utilizado ningún método anticonceptivo, que no deja de ser una consecuencia de lo primero». El ginecólogo burgalés Abel Renuncio, vocal de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), reflexiona de esta manera ante los datos de la Consejería de Sanidad publicados  la semana pasada por este periódico, según los cuales casi la mitad de las mujeres que abortaron en la provincia de Burgos en 2022 no usaban anticonceptivos.

Se trata, a su juicio, de un problema íntimamente ligado a la inclusión de la educación afectivo-sexual en el curriculum académico. «Una encuesta de Save the Children preguntó a adolescentes de entre 14 y 17 años por las horas de esta materia que habían recibido en los dos últimos cursos. El 15,6% contestó que ninguna y el 51,7% admitió haber asistido a entre una y cuatro horas de clase en dos años, es decir, que dos tercios del alumnado español han recibido, como máximo, cuatro horas en dos años», advierte el experto, que apuesta por incluir esta materia a partir de Educación Infantil «con contenidos estructurados y adaptados a las distintas etapas del desarrollo de las niñas y niños y no solo centrados en evitar los problemas de la sexualidad como los embarazos no deseados o las infecciones de transmisión sexual, como ocurre en ocasiones, dejando como secundario los asuntos de la afectividad».

Esta falta de herramientas solventes para enfrentarse a la sexualidad, a los afectos y a las relaciones hace que los adolescentes busquen información y lo hagan -añade Renuncio- en los lugares menos adecuados. Por un lado, la pornografía, a la que se está accediendo por primera vez entre los ocho y los diez años, que refleja un nivel bastante elevado de violencia hacia las mujeres y de desigualdad en las relaciones y donde nunca aparece la anticoncepción, y, por otro, «a fuentes poco fiables y nada científicas como creadores de contenido o influencers». En este sentido, recuerda la campaña de la SEC que hacía referencia a que el mejor anticonceptivo es la educación sexual, y el proyecto que tiene en marcha esta sociedad científica denominado En anticoncepción vive tu vida (https://enanticoncepcionvivetuvida.es/).

La psicóloga clínica y sexóloga Beatriz Artola, codirectora del programa Sexualidad en las aulas del Comité Ciudadano Anti-Sida de Burgos, coincide en que la exposición a la pornografía a edades tempranas es un factor de riesgo, no solo porque muestra un modelo de sexualidad violento y poco realista sino porque en él la anticoncepción brilla por su ausencia. Pero en el caso de los embarazos no deseados que terminan en los abortos a los que hacía referencia la estadística oficial publicada por DB apunta no a los más jóvenes -cuya edad de inicio de relaciones coitales no es excesivamente temprana a tenor de los resultados de las casi 4.000 encuestas que se hacen dentro del programa del Comité, que revelan que solo el 42% de los de 18 años las han mantenido- sino a parejas más mayores, alrededor de los 30, y estables que no tienen un método anticonceptivo instaurado. «Sorprende saber cuántas lo fían al coito interrumpido porque les ha funcionado a pesar de que reciban información solvente de ginecólogos o matronas del riesgo que se corre, lo que no deja de ser también una falta de educación sexual», indica la experta, que señala, por otro lado, que también se producen embarazos no deseados durante el periodo de lactancia de otro bebé, precisamente por dar pábulo a los mitos que indican que se trata de un momento no fértil. 

 Además de esta ausencia de formación entre la gente joven hay otro elemento que explicaría un porcentaje tan alto de mujeres que no usaban anticonceptivos y abortaron. Tiene que ver con los condicionantes socioeconómicos. «De la misma manera que existe la pobreza menstrual no hay duda de que en algunos embarazos no deseados ha influido la falta de recursos para acceder a la anticoncepción. Hay también mujeres en prostitución, en relaciones con violencia machista en las que no les es posible negociar un sistema anticonceptivo o que sufren agresiones sexuales en las que son obligadas a no usar ningún método para evitar un embarazo», afirma Renuncio.

El uso correcto. ¿Y qué ocurre con el 53% restante de las mujeres que abortaron? Pues que no existe ningún método que sea infalible al cien por cien, «sobre todo si no se usa correctamente, que es cuando la tasa de fallos aumenta exponencialmente». El preservativo, que es el más utilizado por las mujeres españolas, según una encuesta de la propia Sociedad Española de Contracepción, tiene entre un uno y un tres por ciento de fallos utilizándolo bien. Cuando se hace mal (no usándolo desde el principio de la relación, por ejemplo) esa cifra asciende hasta el 18%, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Renuncio reflexiona, por otro lado, sobre «lo importante» que es el inicio precoz de un tratamiento anticonceptivo una vez que se ha producido el aborto e incluso durante el tratamiento farmacológico que lo induce, una práctica recomendada por la OMS, «salvo si se trata de colocar un DIU, que es intrauterino». De esa manera, añade, la mujer estará protegida en su próximo ciclo «pues hay datos que aseguran que en la primera semana tras una interrupción voluntaria del embarazo se reanudan las relaciones sexuales».