¡Qué descansada vida la que huye del mundanal ruido!, decía Fray Luis de León, y eso que en el siglo XVI no había ZAS, Zonas Acústicamente Saturadas, en las que los decibelios suben como una fiebre desasosegante y alborotadora. Informa este diario que han concluido las mediciones que servirán para redibujar el mapa de ruido de la ciudad, para conocer las áreas que soportan gran volumen acústico frente a aquellas en las que solo se escucha el piar amarillo del canario de la vecina, y así poder limitar los locales de ocio en pro del silencio.

La sensibilidad frente al ruido viene de antiguo; ya en el siglo VI a. de C. los griegos prohibieron tener gallos que perturbaran el descanso nocturno, y tiempo después, Julio César restringió la circulación de carruajes por las empedradas calzadas romanas a determinadas horas. Pero la concejala Carpintero no debe estar al tanto de estas cuestiones y días atrás anunció con alborozo que en las fiestas de San Pedro habría una tronada, o sea, pirotecnia al por mayor, viéndose obligada a rectificar de inmediato por la protesta de la plataforma ciudadana que defiende el sosiego de mascotas, personas con autismo y otros colectivos intolerantes a tales pirotecnias.

La ordenanza municipal prohíbe lanzar petardos, cohetes y demás cartuchería, pero como en nombre de las fiestas todo se justifica, la concejala había levantado la veda hasta que le ha explotado el petardeo festivo dejándola chamuscada y sin triquitraque.

Y hablando de ruidos, de concejalas y de triquitraque, la edil Pérez Pardo ha tenido a bien dotar a la ciudad de un tren turístico achacoso, que -ya lo dijimos aquí- pierde aceite y ha dejado el pavimento del centro histórico con vergonzosos manchurrones que los servicios de limpieza intentan eliminar en vano. Además, el trenecito tiene el motor en marcha constantemente y genera evidente contaminación acústica.

El tren camina y camina,/ y la máquina resuella,/ y tose con tosferina, escribió Antonio Machado sobre el ferrocarril de su tiempo, aunque sus versos parecen inspirados en nuestro tren turístico. En fin; hoy hace exactamente un mes que se celebró el Día Internacional de concienciación sobre el ruido, aunque, de momento, aquí seguimos con las tronadas y triquitraques de nuestro mundanal ruido. 

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