La ópera 'Minatchi', de Antonio José, ve la luz

I.L.H.
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La investigación llevada a cabo por Javier Castro le ha permitido instrumentalizar para 14 músicos este drama lírico. De una hora, en 3 actos y ambientada en la India, se estrena el día 19 en su versión musical

Tras el estreno en versión musical, Castro quiere escenificarla el año que viene. - Foto: Alberto Rodrigo

Antonio José dejó más de 150 obras compuestas, algunas sin completar. De toda su creación hay una parte que se perdió, otra que quemaron sus descendientes y una tercera que se interpreta o va camino de ello. A este último lote pertenece Minatchi, la ópera que en versión musical estrena el sábado el Coro Ars Nova con miembros de la OSBu en el Teatro Principal. El Archivo Municipal conserva la partitura manuscrita, en su reducción de piano, de una curiosa obra cuyos misterios lleva años investigando el músico y director Javier Castro.

Antonio José compuso Minatchi, La aurora del reino en 1925, cuando tenía 22 años, y una de sus particularidades es que está traducida al inglés. Lo hizo Cornelius E. Byrne, un hombre que residió un año en Oña, en el monasterio de San Salvador cuando era sede de la Compañía de Jesús: «Traducir una ópera requiere mucho trabajo porque hay que adaptar cada palabra a la música e introducir algunos cambios. Y normalmente se hace a posteriori. Lo que sorprende es encontrarte una ópera que no se ha interpretado nunca con la partitura ya traducida. Eso es increíble», nos contaba hace un año Castro sobre la investigación de su tesis.

Otro misterio es dónde está el libreto que, según reza el manuscrito, escribió Gaspar G. Pintado, religioso que colaboró con Antonio José con los textos de otras músicas. Tras consultar varias bibliotecas de los jesuitas, no ha hallado los diálogos. «Lo doy por perdido».

A falta de la historia completa, el argumento de la partitura está ambientado en la India inglesa y trata sobre el regreso de Minatchi, quizás la hija del rey Chamadranti (el segundo personaje), tras abrazar la religión cristiana. Los nativos la rechazan mientras adoran a dioses paganos y surge un desencuentro con el rey. Ella llora esperando la muerte hasta que se le aparece un ángel y al final todos los paganos cantan convertidos.

Versión musical. Desde que la partitura de Minatchi cayó en manos de Javier Castro, el músico no ha dejado de investigar para una tesis que concluye con su instrumentación para 14 músicos: 2 violines, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot, trompeta, trompa, trombón, arpa y percusión. 

Lo hace en este formato porque Antonio José dejó escrito una «advertencia importante»: El drama está dispuesto para ser cantado por voces mixtas, pero al final del libreto va el arreglo que hay que hacer para que, en Congregaciones y Colegios, pueda representarse por solos varones, o solas señoritas. Por esto, la duración de una hora y los escasos personajes, no quería una obra de gran formato, sino algo que pudiera representarse en un colegio.

Aún así Minatchi es la tercera pieza de envergadura tras El mozo de mulas y Sinfonía castellana. Y tras trabajar con ella, Castro corrobora la calidad de sus 10 números : «Son muy variados. Por ejemplo, el Coro de Brahamanes es enérgico y poderoso. Ese carácter contrasta con las arias de Minatchi, con sonoridades más contemplativas, recogidas y evocadoras, que he intentado remarcar con los instrumentos: en el coro el metal y la percusión y en las arias, el arpa».

«Es una música intensa que diferencia los estados de ánimo. Y a la vez con mucha unidad porque tiene desde el principio diversos motivos musicales que se van repitiendo. Al empezar se oyen ya todos los temas», describe Castro.