No se puede decir que la demanda de alojamientos esté resultando masiva ni mucho menos, pero los peregrinos más previsores ya han realizando reservas que permiten a los albergues mirar a este 2022 con cierto optimismo. Desde que arrancó la pandemia no había sucedido algo así, pero parece que las vacunas, las pocas restricciones en un momento como el actual con los contagios disparados o el hecho de que la enfermedad se esté manifestando de una forma más leve incrementan el deseo de recuperar la normalidad lo antes posible con aperturas en marzo o abril, tal y como ocurría siempre.
«Quiero creer que va a ser un año normal, empiezo a tener reservas y para mayo ya hay unas cuantas», comenta Pilar Pérez, gerente del albergue El Alfar, en Hornillos del Camino. Todos esos peregrinos que ya han realizado sus reservas llegan principalmente de Francia y Alemania. Al menos ya se nota movimiento y eso crea esperanzas. Considera que el Camino de Santiago siempre ha contado con múltiples seguidores y hay muchos esperando a que la pandemia dé un respiro para iniciar el recorrido, como así le confiesan cuando llaman para informarse.
Jana Rueda, desde el albergue Cuatro Cantones en Belorado, considera que «estamos en la misma situación que el año pasado por esta fecha». Teme que vuelvan las restricciones tales como aforos o distancias que tanto les perjudican. El pasado año, de 65 camas que poseen apenas llenaban la mitad. «A nosotros ese tema nos mata, el negocio lo hacemos con los aforos, no con los precios, que son bastante bajitos. Nos compensa que venga mucha gente y si tenemos limitado eso supone un problema grande».
Por otro lado, Jana piensa que al estar todos vacunados habrá menos miedo y eso puede favorecer que más personas se animen a realizar la ruta. También ha percibido algo de movimiento en cuanto a reservas se refiere. «Estos días que llevamos de enero igual me han entrado unas siete», asegura, aunque principalmente son ya para los meses de verano. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la mayoría se realizan con dos días de antelación como mucho.
Sin embargo, Fernando Orcajo, propietario del albergue, hotel y bar Casa de Beli en Tardajos, lamenta que igual que se ha notado movimiento a la hora de reservar también han detectado ya algunas cancelaciones debido a la mala situación epidemiológica actual que genera incertidumbre en el futuro. Aunque sí se muestra interés por acudir en los meses de verano, recuerda que los meses de abril y mayo resultan fundamentales «para salvar el año». Teme que si no mejora la situación «se puede dar la vuelta» a la buena previsión.
Las múltiples restricciones que había el año pasado obligaron a los albergues a retrasar su apertura hasta junio. Otros, incluso, esperaron casi hasta julio ante la poca afluencia de romeros. Pero para este año que acabamos de estrenar se confía en que la situación mejore, y mucho, puesto que la intención pasa por recuperar las fechas de siempre. Jana baraja comenzar a mediados de marzo, mientras que el restaurante lo abrirá el 1 de abril. Igualmente, Fernando arrancará en marzo la campaña. Y con el inicio de abril pretende arrancar con su actividad Pilar, para que antes de Semana Santa esté todo listo.
Septiembre aportó luz. Desde los albergues se califica el año 2021 como «desastroso» o «penoso» si se compara con la cantidad de peregrinos que pasaban antes de que llegara la covid. Sin embargo, el mes de septiembre significó ver la luz y acercarse, de alguna forma, a la vida antes de la pandemia. La inmensa mayoría eran europeos, principalmente de Italia, Francia y Alemania. Y sin rastro apenas de los habituales coreanos o norteamericanos.
«Septiembre fue un mes bastante normalillo, entre comillas, con presencia de extranjeros», dice Pilar, desde Hornillos del Camino. En la misma línea, Jana, desde Belorado, afirma que «quiso parecerse a lo de otros años», aunque lamenta que la alegría duró poco más de 15 días. En su caso no esperó ni al puente de noviembre, cuando habitualmente cierra, para dar por terminada la temporada.
Mientras, desde Tardajos, Fernando explica que el pasado año fue «bastante mal» y en su caso, que abre de marzo a diciembre, estos últimos meses había uno o dos peregrinos al día. Él tiene la posibilidad de compaginarlo también con el bar, el restaurante y el hotel. De esta forma, puede seguir con su negocio en marcha, ya que comenta que «tener un albergue abierto todo el año es imposible».