Un total de 5.000 velas iluminaron este sábado Castrojeriz con el fin de realzar el tramo burgalés del Camino de Santiago, en un evento que se enmarca dentro de los actos de conmemoración de los 800 años de la catedral de Burgos.
La Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 recuperó esta iniciativa, que estaba prevista inicialmente para el 24 de julio, pero que tuvo que suspenderse debido al incendio forestal en la comarca del Arlanza.
Siguiendo la estela de la iniciativa 'La Catedral a la luz de las velas' que la Fundación organizó en 2019, con un gran éxito de participación, se decidió poner en marcha 'Castrojeriz a la luz de las velas', que volvió a reunir a la sociedad en torno a la iluminación de las candelas.
Así, el recorrido dio comienzo en la calle Real de la localidad castreña, desde la plaza del Fuero hasta la iglesia de San Juan, pasando por las plazas Mayor y de la Concha. Los cirios comenzaron a encenderse a las 20 horas, con la previsión de permanecer así hasta las 22.30 horas. Desde la Fundación animaron a la sociedad a sumarse a esta iniciativa y encender su propia vela, disponiendo para ello de cerillas gratuitas.
La música también estuvo presente en Castrojeriz, con varias actuaciones musicales, que amenizaron la noche. En la plaza del Fuero, los asistentes pudieron disfrutar del Grupo Luber, que realizó cuatro pases de veinte minutos. Esta formación, que cuenta entre sus miembros con profesores con titulación superior, atesora 24 años de experiencia con su violín, flauta travesera, guitarra, teclado y voces.
La plaza de la Concha fue el segundo escenario, donde el cantautor Mario Andreu ofreció tres recitales. Mario Andreu ha tocado recientemente en el Festival Tribu, en el ciclo 'Kilómetro 0' del Museo de la Evolución Humana, así como en los certámenes LIF La 8 y UBULive.
Castrojeriz, localidad reconocida como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico, es una villa relevante del Camino de Santiago francés, con siete albergues. Uno de los iconos de este trazado, el convento de San Antón, se halla a solo dos kilómetros del núcleo urbano. Los peregrinos recorren el pueblo escoltados por su castillo y lo abandonan al llegar a la iglesia gótica de San Juan, levantada por Gil de Hontañón, y que responde a una etapa de prosperidad y de fuertes relaciones comerciales de importantes familias castreñas, como los Castro-Mújica y López-Gallo, con Italia y los Países Bajos, principalmente.