«Una sociedad que no sea cateta cree en la iniciativa privada»

I.E.
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La Universidad Isabel I, la primera online de Castilla y León, nació mediante una ley autonómica en el año 2011 y este próximo curso celebrará los primeros 10 años lectivos.

Alberto Gómez Barahona - Foto: Valdivielso

La Universidad Isabel I, la primera online de Castilla y León, nació mediante una ley autonómica en el año 2011 y este próximo curso celebrará los primeros 10 años lectivos. Gómez Barahona, nacido en Miranda de Ebro, se convirtió en rector en 2014, procedente de la Universidad de Burgos donde llegó a ser decano de Derecho. Lo primero con lo que le tocó lidiar, según sus propias palabras, fue «con los palos en la rueda que estaban poniendo a la Universidad», y ocho años después realiza «un balance muy positivo» porque un proyecto que comenzó desde cero cuenta actualmente con una sede consolidada en el antiguo Seminario Mayor, un centro de I+D+i, imparte 12 grados, 20 másteres, cuenta con 7 grupos de investigación y ha producido ya miles de artículos científicos. «Cuando miro hacia atrás me parece un poco milagro», resume.

Fueron ustedes la primera universidad online de Castilla y León y siguen siendo la única.

En la Ley de Universidades de Castilla y León, que es de 2003 y por tanto tiene casi veinte años, ya decía que se fomentarían los estudios vituales. Fue muy pionera para su época y quería hacer de la región una referencia «mundial». Curiosamente, esto años después no se había hecho nada y fue cuando surge el proyecto de nuestra universidad, que se pudo recibir con escepticismo por parte de alguna gente. Esto es una realidad compleja que requiere de músculos de muy distinto perfil, y diez años después se ha cumplido esa disposición legal y Castilla y León cuenta con una universidad online. Esto es muy importante, porque Burgos tiene ahora lo que tienen otros grandes del conocimiento en España como Madrid, Barcelona o Valencia. Hemos venido a sumar y lo estamos haciendo.

¿Qué peaje tuvo que pagar por ser la primera, el de la incomprensión? ¿O quizás algo más por parte de la Junta o de las universidades tradicionales que la veían como una competidora?

Yo vi dos cosas. Por una parte, el miedo a lo desconocido. Parece que la tecnología que estaba entrando en los hogares masivamente, el mundo digital, las compraventas, no entraba al mismo tiempo en la educación. Al mismo tiempo las universidades tradicionales podían tener recelo de la competencia, aunque luego se ha visto que son proyectos radicalmente distintos. Y en tercer lugar se hizo cierto lobby, con desconfianza en algunos sectores que no dudaron además en poner palos en las ruedas, hasta el punto de que somos los únicos de España que han necesitado dos leyes para nacer, no solo una. A los seis meses se nos incoó un expediente para ver si cumplíamos todos los requisitos…

Somos los únicos de España que han necesitado dos leyes para nacer, no solo una"

 

También les han llevado a los tribunales en varias ocasiones

Nosotros hemos sido muy discretos, pero hemos obtenido hasta 10 sentencias de la Audiencia Nacional dándonos la razón en distintos procesos. Para ser felices hace falta tener muy poca memoria. Además, hay que tener capacidad de disculpa, de perdón y de empatía. Entendemos a aquellos que pudieron ser recelosos, nos olvidamos de ese periodo y miramos hacia adelante. Pero esto me deja una huella: que hay personas que creen en los proyectos solo en cuanto que ellos participan. Algo es bueno para Burgos o para Castilla y León solo si están ellos, y recelan de lo que no conocen. Esto indica una sociedad un poco cateta, porque una sociedad sana cree en lo público, en lo privado, en las iniciativas y el tiempo ha puesto todo en su sitio. Aquello es agua pasada y no mueve molino.

Cuando menciona a esas personas, ¿está pensando en políticos?

En personas en general. No estoy pensando en nadie en concreto ni en nombres y apellidos, lo digo de verdad. Porque estereotipar a políticos o empresarios creo que es malo. Simplemente hay personas que tienen este perfil y no me refiero a un colectivo sino a actitudes individuales que no son saludables para las sociedades en general.

En su momento llegó a usted a denunciar abiertamente una «persecución». ¿Da por finalizada esa etapa, se consideran ustedes ya aceptados?

Si tienes que recurrir a la Audiencia Nacional y más de 10 veces te dicen que lo están haciendo mal y se están equivocando, pues algo está pasando. Ahora nos encontramos en una situación de total y absoluta normalidad. La consejería de Educación está desarrollando una excepcional labor, la consejera Rocío Lucas tiene un conocimiento y una actitud de rigurosidad ejemplar. E igualmente desde la Agencia de Calidad, Salvador Rus, que es su director, tiene una total y absoluta voluntad de colaboración. Hay una muy buena relación entre los rectores y yo creo que el sistema universitario de Castilla y León tiene en estos momentos un grado de madurez, de consenso y de diversidad público-privada, tanto online como presencial… Yo lo vengo diciendo: si tenemos los datos del informe Pisa y un sistema universitario potente la educación debe ser un motor y un sector económico en nuestra comunidad. Esto lo tenemos que hacer estratégico. 

Cuando dice que hay buenas relaciones con los rectores, ¿incluye también al de la Universidad de Burgos? ¿No compiten ustedes por el mismo alumnado burgalés?

Yo creo que no. Los datos son tozudos. Nosotros tenemos más del 90% de los alumnos de fuera de Castilla y León. La edad media de nuestros alumnos está en los 31-32 años, y eso que ha bajado muchísimo porque cuando yo empecé estaba en 38. Por lo tanto nuestros públicos son distintos en general, aunque es cierto que cada vez más jóvenes toman como primera opción estudiar online. A la UBU le afecta exactamente igual la existencia de cualquier otra universidad online de las que hay, desde la UNED a la UOC o cualquiera. Por tanto, al revés. La relación es de cordialidad y respeto. En mi caso, además, de mucho cariño porque estuve 25 años allí, tuve responsabilidades académicas y voy a ayudar incondicionalmente en todo lo que pueda a la UBU. 

Hablando de datos, ¿cómo ha evolucionado numéricamente la universidad en estos últimos años?  

Hemos crecido en titulaciones, también en profesorado y en personal. En estos momentos están trabajando más de 700 personas. Algunas no están a tiempo completo sino parcial, pero en dedicación a tiempo completo equivalente superaríamos las 400. Otro crecimiento espectacular es en el personal de administración y servicios y en el personal docente e investigador. En este además ha ido creciendo la cualificación, porque la ley te exige un 50% y en estos momentos estamos en un 80% de doctores. Y tenemos una tasa de abandono que para mí es la mayor satisfacción: solo es del 15%, por debajo de la media nacional incluso de las presenciales. 

¿Y en número de alumnos?

Tenemos en grados y másteres en torno a los 4.400 alumnos y esperamos un crecimiento este año en torno al 20%. Estamos en dinámicas del 10 al 20% anual, y la previsión por tanto es que alcancemos los más de 5.000. A eso le sumamos los títulos propios y los ciclos de Formación Profesional, con lo que formaremos a más de 7.000 personas. Es mucha responsabilidad.

¿Qué parte de esos empleos se quedan en Burgos y benefician a la ciudad?

La ciudad tiene un beneficio espectacular. Si nosotros fuéramos una estructura pública, habríamos supuesto un gasto en torno a los 1.000 millones, una media de 100 al año. Y hemos supuesto un gasto cero, pero la ciudad tiene una universidad. A ella han venido decenas de familias de fuera a vivir a Burgos. En el barrio alto hay gente que me para para decirme la cantidad de pisos que se han alquilado o comprado. A eso le añadimos, por otra parte, cientos de burgaleses que se han quedado a trabajar en la Universidad y que no hemos perdido como talento emigrado. Así que el beneficio es espectacular. En el propio equipo rectoral tenemos mucha gente de fuera que vive aquí y ha venido con sus familias.

¿Qué porcentaje del profesorado vive aquí?

Muchísimos. Todos los que están a tiempo completo el 100% reside en Burgos, más todo el personal docente e investigador. En el día a día de la ciudad hay entre 300 y 400 personas. Y además hemos recuperado un edificio que estaba en proceso de degradación, elemento que enriquece el barrio alto de la ciudad. Retenemos y atraemos talento, así que para Burgos y para Castilla y León tener algo así es bueno. 

El auge general de la formación online, ¿les beneficia o les perjudica porque genera más competencia?

Sin ninguna duda nos beneficia. Había una especie de tabú, un miedo a lo desconocido de que la formación digital pudiera ser peor.

Siempre se dice que no es lo mismo.

Pues sí que lo es. Y la pandemia incluso ha ayudado a potenciarla. ¿Tiene sentido que alguien vaya a una universidad a coger apuntes cuando tienes el conocimiento a un click de distancia? Pues no. Tenemos tutorías presenciales pero también como videoconferencias, tenemos prácticas en el propio centro y otras en centros de trabajo. La enseñanza online es una opción con la ventaja de que no exige desplazarse, ahorra tiempo, se puede estudiar las 24 horas del día y conciliar muy bien la vida personal y familiar. Tiene muchísimas ventajas, como por ejemplo que si estudias en un ambiente digital adquieres este tipo de habilidades. Frente a lo presencial, son modelos distintos con resultados exactamente iguales. Doy un dato importantísimo: tenemos un dato de inserción laboral del 90% de nuestros egresados. Esto es apabullante.

En un modelo clásico, su universidad sería prácticamente un bebé, teniendo en cuenta que otras como Salamanca tienen 800 años. ¿Se consideran así o creen que ya están maduros?

Somos jóvenes. Muy jóvenes, pero bien preparados. Ya no nos consideramos bebés, porque desde los primeros años nos hicieron espabilar rápido. Somos una universidad joven bien preparada, y recurriendo al símil familiar, los más jóvenes suelen tener una flexibilidad y una capacidad de adaptación al sistema, unas habilidades digitales y características que se valoran por el resto. Aportamos a la familia los nuevos modelos con muchas ganas de trabajar. Tenemos un equipo docente joven, algo también muy importante porque el sistema universitario tiene una población docente envejecida. 

 

Había una especie de tabú, un miedo a lo desconocido de que la formación digital pudiera ser peor"

¿Qué retos se plantea a corto, medio y largo plazo?

Seguir creciendo de forma compensada, ordenada y armónica. Seguir por el buen camino y tener los pies en el suelo es un reto en sí mismo. Estamos en un proyecto de internacionalización que verá sus frutos en el próximo año y el siguiente, puesto que tenemos unas importantes relaciones con México y Colombia que darán sus frutos. Estamos trabajando también en la construcción de redes europeas y una universidad joven tiene el reto de seguir creciendo de forma sana, con humildad y los pies en el suelo.

¿En qué consistiría esa internacionalización con México y Colombia?

En una formación transnacional. Puede que haya alumnos de esos países que puedan estudiar con nosotros y que vengan a hacer las prácticas a España. Les ayudamos a digitalizarse en muchos procesos y podemos ofrecer allí nuestra experiencia de modo presencial. También ayudas en procesos de investigación que se enriquecen. A España le queda muchísimo por hacer si nos comparamos con Reino Unido, EEUU o Australia, donde la educación es un verdadero sector económico.Y el mundo digital en esto es más asequible, más social porque la residencia a veces puede costar cuatro veces la matrícula, así que la digitalización ofrece más oportunidades igualitarias y solidarias.

Llevamos años pendientes de la ampliación física hacia el ala oeste del seminario. ¿Cómo está ese proyecto?

Como debe estar en una institución que tiene los pies en el suelo. Haremos las inversiones según vayamos creciendo, y como estamos muy bien gestionados cuando necesitemos nuevos espacios tendremos una infraestructura para ir creciendo. Ahí está, pero mientras tanto estamos trabajando en proyectos. Nosotros vamos a generar en torno a este espacio un campus sostenible y digital. Que a nadie se le olvide que vivimos al 100% de nuestros recursos y no nos podemos permitir hacer inversiones disparatadas o porque sí. Tenemos que ser prudentes, rigurosos y eficientes en la gestión. De momento ya hemos hecho muchas cosas: el edificio central, el de I+D+i, la urbanización del párking… todo en un proceso ordenado. Nos falta el ala oeste, que incluso puede que se quede pequeña. Pero esto no es una cuestión de metros, porque detrás de cada metro hay muchos costes como la limpieza, los energéticos, el mantenimiento. Y nosotros tenemos a gala estar bien gestionados y crecer según vamos necesitando.

Ustedes han subrayado varias veces que no han recibido ni un euro de dinero público. ¿Siguen igual?

Lo podemos seguir diciendo. Vivimos cien por cien de nuestro presupuesto y nuestra matrícula. Reciben ayudas para la formación sindicatos, patronal… nosotros nada. Y además yo digo: como debe ser. Al menos en la parte docente, porque en la investigación hay que cambiar el chip. Por ejemplo, a la hora de obtener una vacuna contra el covid no importaba si era pública o privada, lo importante era tenerla. Los fondos públicos de investigación deben abrirse a la libre concurrencia público-privada, porque si no solo se ayuda a una parte de la sociedad. El fin de becar la docencia en las universidades públicas es la igualdad de oportunidades y por eso ahí no entro, pero en la investigación hay que llegar a una equidad.

Su universidad nació por unos inversores que apostaron por lo que supongo que verían como un negocio. ¿En España se sigue mirando con reticencias la educación como negocio?

No sé si es un negocio, aquí no se ha hecho más que poner y reinvertir. Las instituciones de educación, igual que la sanidad, prestan un servicio público que contribuye a que sea más sostenible el modelo. Porque repito, nuestra universidad habría costado a las arcas públicas 1.000 millones, que se han podido utilizar en otras actuaciones. En las universidades privadas, que por ejemplo son el 90% en Estados Unidos, lo que realmente se busca es la capacidad de generar recursos para seguir creciendo, y como cualquier estructura se retribuye al trabajo y al capital. Es un sector que a nivel nacional se está comportando bien y grandes fondos de inversión están llegando. Forma parte de la más absoluta normalidad de los países libres del mundo. Los que creemos que el Estado no debe ser hipertrofiado sino que creemos en su eficiencia y agilidad, garantizando los mínimos y colaborando con la sociedad, eso es lo más normal y corriente. Es algo muy saludable y conveniente, porque introducimos variables de eficiencia que pueden servir para comparar y así mejorar el gasto público.

¿Si pudiera soñar con una nueva titulación para la Universidad Isabel I, con cuál sería?

Me considero muy realista, y nosotros dentro del mapa de titulaciones de Castilla y León tenemos algunos grados que queremos implantar: Biotecnología, Ingeniería Industrial y Digital, y otro grado en Filosofía, Política y Economía. En másteres pensamos en introducir uno de Inteligencia Artificial y queremos empezar a hacer nuestros programas de doctorado, donde empezaremos por Derecho, Seguridad y Defensa.