«Aquí el investigador es un loco con bata en un laboratorio»

G. ARCE
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ENTREVISTA | Graduada en Química por la UBU, Carmen Martínez Alonso está inmersa en el doctorado en Química Avanzada en la Complutense. Vive en San José, California, gracias a una beca Fulbright concedida por los Gobiernos de Estados Unidos y España

Carmen Martínez Alonso, investigadora burgalesa en EEUU con la beca Fulbright. - Foto: DB

A sus 25 años, forma parte del grupo de siete investigadores universitarios españoles que disfrutan de una prestigiosa beca Fulbright y lo hace en una de las mejores universidades del mundo: la de Stanford, en California. Formada en la UBU, donde obtuvo el grado de Química, Carmen Martínez es investigadora del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados y está realizando el doctorado en Química Avanzada en la Universidad Complutense. En Stanford aplica sus conocimientos en química computacional en el desarrollo del hidrógeno como fuente de energía verde viable. 

Su trabajo con supercomputadoras no le impide dedicar algo de tiempo a estudiar Filología Hispánica y a una de sus grandes pasiones: la poesía. 

¿Cómo se consigue una beca Fulbright y qué es lo que le está permitiendo?
Responder a esa pregunta es igual que dar una fórmula universal para la felicidad, conseguir una beca Fulbright es muy complicado, pero se puede. Lo primero de todo es animarse a pedirla. Muchos de mis compañeros fulbrighters estuvieron a punto de no echar la solicitud porque creían que 'no daban la talla'. Fulbright no es solo currículum y notas, la comisión busca candidatos con personalidad, liderazgo y sobre   todo muchas ganas por luchar y defender lo que hacen. Escuchando   los proyectos de mis compañeros de este año te das cuenta de por qué los han elegido.

«El hidrógeno va a ser protagonista de muchas investigaciones», cree Carmen Martínez Alonso.«El hidrógeno va a ser protagonista de muchas investigaciones», cree Carmen Martínez Alonso. - Foto: DB

Ponga algunos ejemplos...
Hay gente trabajando en los problemas digestivos provocados por la ansiedad, la infertilidad femenina, el desarrollo de tecnologías 5G, el estudio de lenguas muertas en Hawai, la producción de drones automatizados, estudios de danza en Broadway, la generación de fármacos contra el cáncer... Se buscan proyectos de vanguardia y al servicio de los problemas a los que se presenta la sociedad hoy en día. Un candidato Fulbright necesita no solo destacar en su campo, sino ser capaz de comunicarlo fuera del laboratorio.

¿Cómo se sintió al ser seleccionada?
La verdad es que ser becaria Fulbright es una experiencia mágica.  Intentas intuirlo cuando te llega el correo diciendo que has sido seleccionado, pero no te das cuenta de lo grande que es hasta que lo vives. De la noche a la mañana empiezas a formar parte de una comunidad internacional con los mejores profesionales en todos los campos. Te conviertes en embajadora de tu país y  aprendes a compartir tu cultura y tu bandera. Las becas Fulbright se crearon después de la Segunda Guerra Mundial con el fin de promover la paz entre países a través de la educación y el entendimiento. ¿Hay algo más bonito que eso? Fulbright es mucho más que investigación y desarrollo, es cooperación y crecimiento personal. Además de los medios para irte a la otra punta del mundo a conseguir tu sueño, Fulbright te proporciona herramientas y formación en muchos otros temas. Organizan   workshops y seminarios sobre meditación, networking, liderazgo, psicología..., todo lo que se te pueda ocurrir. Te ayudan a buscar la versión más completa de ti mismo y crecer exponencialmente en calidad humana.

¿Cómo es su día a día en el Suncat?
El Suncat o Center of Interface Science and Catalysis nace de la colaboración entre el SLAC National Accelerator Laboratory y Stanford University. En mi día a día trabajo al lado del acelerador de partículas lineal más largo del mundo, que está justo al lado de la Universidad de  Stanford. Eso sí, me dedico a la química computacional, así que, aunque a simple vista me siento en una oficina a trabajar con el ordenador, estoy mandando cálculos y simulaciones a superordenadores de todo el mundo. En la investigación, las reuniones son cruciales para estar al tanto del estado del arte del asunto. Tengo meetings todos los días. Colaborar con otros centros e instituciones es de vital importancia. Especialmente siendo un grupo de químicos y físicos teóricos, tenemos que apoyarnos en investigadores experimentales que se manchen las manos y vayan al laboratorio a verificar que lo que hemos calculado se cumple en la realidad. Es curiosa la diversidad de culturas en Suncat y en la Universidad de Stanford en general. Aquí hay gente talentosa de todas las partes del mundo. Todos venimos de muy lejos y eso ayuda para sentirse menos extranjero. Estar en Suncat es de película, sale el conocimiento por las paredes y estoy rodeada de genios. Es un verdadero privilegio formar parte del equipo.

Las alternativas a los combustibles fósiles se necesitan ya»

¿Dónde enfoca sus investigaciones en torno al hidrógeno y a qué aspira con las mismas?
Mi doctorado se centra en la catálisis. La economía del hidrógeno ya está ahí y está creciendo, pero uno de los problemas que frena su desarrollo es, cómo no, la economía. Para que las principales reacciones de hidrógeno se produzcan a temperaturas y presiones sostenibles, se necesita un catalizador. El catalizador es como el ingrediente estrella que permite que los procesos sean lo suficientemente eficientes y rápidos. Hoy en día estos catalizadores están hechos de platino, que está entre los 15 materiales más caros del planeta.  Solamente el catalizador de platino supone entre un 40 y un 60% del precio total de las baterías de hidrógeno y esto imposibilita adaptar esta tecnología a la escala industrial. Aquí   es donde entra mi trabajo. Tratamos de buscar otros materiales que sean tan eficientes como el platino, pero mucho más baratos y abundantes.

¿Cuántos están probando?
Los posibles candidatos son infinitos, por lo que tratar de probar cada uno de ellos en el laboratorio sería totalmente inabarcable. Es por eso por lo que necesitamos herramientas computacionales e inteligencia artificial. Yo simulo con mis cálculos cómo se van a comportar los distintos materiales en horas y predigo a partir de estos cálculos y con algoritmos de machine learning qué candidatos son los más idóneos. El siguiente paso es bajar al laboratorio. En cuanto tengamos una lista de posibles sustitutos del platino, toca ponerse manos a la obra y probar que en condiciones de trabajo experimentales también son los mejores. En investigación nunca sabes lo lejos que estás, pero no pienso parar hasta encontrar el catalizador. Como anécdota, tuvimos hace unos meses una reunión con uno de los responsables de los Toyota Mirai (coches de   hidrógeno ya en el mercado), y al escuchar nuestras propuestas comentó: «espero ver vuestra tecnología en la siguiente generación de los Mirai». Imposible que no se te humedezcan los ojos al ver que lo que haces puede llegar a los demás y al planeta.

De acuerdo con sus investigaciones, ¿ve el hidrógeno como una alternativa energética viable a corto plazo?
Por supuesto. No solo lo veo yo, sino que no deberíamos ver todos. Las alternativas a los combustibles fósiles se necesitan ya y toda fuente de energía verde es un regalo. Como yo, hay miles de investigadores trabajando en el hidrógeno y aunque quizás las alternativas eléctricas se nos están adelantando en el mundo del   transporte, el hidrógeno cada vez está más presente y va a ser uno de los principales protagonistas en la investigación de los próximos años.  

Se habla de Burgos como un Valle del Hidrógeno, donde se genere (de fuentes eólicas), se distribuya y se consuma. ¿Es algo factible?
Burgos es una maravilla, y también lo es para el hidrógeno. Uno de los principales problemas que tenemos   con las fuentes de energía renovables es que son intermitentes. Por ello, es imprescindible encontrar una forma de almacenar toda esa energía verde para su uso posterior. El hidrógeno es una opción idónea para almacenar y transportar toda esta energía. Haciéndolo posteriormente reaccionar con oxígeno, se genera energía sin ningún tipo de residuo y generando vapor de agua, que se ha visto incluso que es beneficioso para limpiar en aire. La principal ventaja del hidrógeno es que una vez lo tienes, puedes transportarlo y almacenarlo para cubrir cualquier tipo de necesidad energética. Si somos capaces de almacenar esa energía eólica en forma de hidrógeno, no solo vamos a poder consumirla, sino que vamos a poder distribuirla. 

La formación en ciencia en España es altísima, sobran las ideas»

¿Es posible investigar en España como lo hace en Estados Unidos?
Esta pregunta es muy complicada. En mi caso la respuesta es sí, porque tengo la suerte de estar en el campo de la simulación. Al fin y al cabo, lo que necesito es un ordenador y a los superordenadores en los que mando los cálculos puedo acceder desde cualquier parte del mundo. La historia es diferente para los investigadores experimentales. Desgraciadamente en España falta mucha financiación en la ciencia. Se necesitan equipos muy específicos para medir y su uso, mantenimiento y análisis de resultados cuesta mucho dinero.   En España el mismo investigador te   calcula, te prepara la muestra, te pone a punto el equipo, mide, te analiza los resultados y te escribe un artículo científico. En Estados Unidos ese trabajo lo hacen entre cuatro. Eso se traduce en procesos mucho más efectivos y una investigación rápida y puntera. Sin dinero para ciencia, y aunque sobre el talento en nuestro país, no podemos competir con eso. Me da pena la fuga de cerebros a la que nos enfrentamos, ¡fuera de España se  nos rifan! El nivel de formación de ciencia en España es altísimo, y se me rompe el alma al ver que lo que nos frenan son los medios, porque las ideas sobran. También me sorprende el trato que se les da en España a los doctores e investigadores en ciencia, ¿por qué los jóvenes conocen a todas las celebrities de Telecinco y no saben decir tres nombres de científicos que luchan por el bienestar de todos? En Estados Unidos dices que eres doctor y te tratan de usted y te abren los brazos, en España eres un loco con bata dentro de un laboratorio.

¿Qué diferencia la universidad USA de la española?
En Estados Unidos sobra el dinero. Cuento un caso: un amigo y compañero químico español que está haciendo su posdoctorado también en   la Universidad de Stanford hace un par de semanas probó por primera vez su trabajo in vivo en un cerdo. Trabaja con geles magnéticos para extraer las piedras del riñón y meses   después de empezar con su investigación ha podido empezar las pruebas clínicas en animales. En España, poder llevar tu trabajo a pruebas en vivo lleva años. Aquí pides reactivos, hardware o cualquier cosa que necesites y al día siguiente lo tienes en tu mesa. Dejando un poco de lado el tema económico, a nivel de conocimiento la ciencia de España es muy   puntera. Estamos muy preparados y   somos especialmente espabilados. Nos enseñan a sacarnos las castañas del fuego y eso se nota. A pesar de estar en la otra punta del mundo, mis compañeros usan el mismo software y la misma metodología que en España. Cada vez estamos más globalizados. Los estudiantes y trabajadores de la Universidad de Stanford han luchado muchísimo por estar aquí. La gente no pierde el tiempo y está muy enfocada.

¿Dónde ve su futuro profesional tras terminar tus estudios? ¿En Estados Unidos, España u otros países?
Yo tengo España escrito en la frente. ¡Y en el corazón! Sin duda quiero volver a España a enseñar todo lo que he aprendido y empujar para delante nuestra ciencia. Y si puedo desde Burgos, ¡mejor!

El hidrógeno va a ser protagonista de muchas investigaciones»

¿Ya recibe ofertas de trabajo?
La verdad es que no me puedo quejar. Justamente hace una semana fui a Boston al congreso de la Materials  Research Society a dar dos ponencias orales. Obtuve una respuesta muy positiva por parte de la audiencia. Varios grupos experimentales están interesados en sacar nuestro trabajo de las pantallas y algunos investigadores principales se acercaron a darme sus tarjetas y ofrecerme puestos de posdoctorado para cuando termine la tesis en Estados Unidos y en Japón. No obstante, mi plan sigue estando en España y especialmente en Burgos. Aún me quedan dos años de tesis y pueden pasar muchas cosas.

¿Qué consejos darías a los jóvenes investigadores de acuerdo con su experiencia?
Les diría que salieran de las aulas y de los laboratorios. Que el llevar la ciencia por las calles es trabajo de todos. Que se hicieran ver y que contaran a la gente lo importante que   es la investigación. Les diría que no se desanimaran y que, aunque hay   que pelearse por conseguir los medios, se puede. Que desde mi punto de vista no hay trabajo más bonito que el de 'generar conocimiento' que es a lo que nos dedicamos. Y el tópico de que hicieran lo que les gusta, porque si disfrutan su ciencia van a conseguir que todos las disfrutemos con ellos.