Entristece, y mucho, la espantada que los grupos políticos que ejercen la oposición en las Cortes regionales protagonizaron ayer en el acto de entrega de los Premios Castilla y León. Se premiaba a los nuestros, a siete castellanos y leoneses que un jurado apto consideró semanas atrás que tienen méritos suficientes para que todos y cada uno de los ciudadanos de esta Comunidad nos sintamos de alguna manera representados en los galardonados. El acto era institucional de celebración del Día de Castilla y León, no una actividad cualquiera del Gobierno autonómico. Es decir, en la espantada de ayer de la oposición, el pretendido escupitajo a Alfonso Fernández Mañueco y a Juan García Gallardo no hizo blanco en ellos; a quienes dio de lleno fue a los galardonados, que no tienen culpa alguna del deterioro del debate político. A cambio, han sido víctimas de la falta de sentido de la responsabilidad institucional de la que hicieron gala todos los partidos de la oposición. Hay peinetas para las que no hace falta siquiera levantar un dedo. 

Las ausencias de la izquierda parlamentaria fueron notables, con Luis Tudanca a la cabeza. Demetrio Madrid fue la única cara reconocible del PSOE. Acudió en calidad de expresidente. Posiblemente a disgusto, pero estuvo. Aguantó, escuchó, no aplaudió a quien no quiso y después se pronunció crítico. Eso es respetar la institución y lo que representa el Día de Castilla y León, celebración con la que ni el Gobierno de España supo estar a la altura. Su delegada en la Comunidad, Virginia Barcones, también se ausentó. Salvo asuntos privados graves, no hay excusa que pueda justificar su ausencia, más grave incluso que la del líder socialista.