El auge de las reformas en los domicilios y, en menor medida, en locales que se ha desatado durante la pandemia hace que la ciudad se haya plagado de pequeñas obras sobre las que es más complejo ejercer un control por parte del Ayuntamiento al desempeñarse en un ámbito privado. Sus promotores deben solicitar una declaración responsable, presentar documentación sobre la obra que se va a realizar y pagar una tasa en función del presupuesto de ejecución. Sin embargo, siempre hay picaresca y lo que era el cambio de un plato de ducha o del suelo de parquet puede convertirse en la remodelación integral de todo el piso.
La Unidad de Policía Local Administrativa (UPAD), en colaboración con la Sección de Obras, ha decidido poner coto a los incumplidores con inspecciones periódicas para comprobar que la actividad declarada se corresponde efectivamente con lo que se ha plasmado en la declaración responsable. También actúa a requerimiento de vecinos que se quejan de los ruidos y molestias que producen las obras.
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