«Aprendí a saber tolerar más y a exigir un poco menos»

MÓNICA PURAS (SPC)
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ENTREVISTA | Vidal Infante, entrenador del CD Nuestra Señora de Belén entre 2001 y 2005

Vidal Infante. - Foto: Alberto Rodrigo

Vidal Infante llegó al Nuestra Señora de Belén en 2001 para hacerse cargo del equipo filial del Nuestra Señora de Belén que militaba en la Superliga. Cogió las riendas de la primera escuadra cuando sin haber concluido el curso cesaron a Juanjo Ronda (mitad de temporada 2003). Un reto para el temperamental técnico del bigote con tres temporadas por delante hasta que, al igual, que su predecesor fue destituido debido a los malos resultados (febrero de 2005), «porque por trabajo no era». Unos años increíbles para él, aunque no libres de estrés y sacrificios personales. 

¿Cómo fue su primera experiencia en el fútbol femenina?
El balance es muy positivo. No me creía que pudiera valer para llevar las riendas de un equipo femenino. Estuve en el Alcázar, Pradoluengo, Atlético Burgalés, Juventud del Círculo,…todos masculinos. La gente que me conocía también me decía: ¿pero tú crees que puedes encajar con ese temperamento? Y yo contesté: A mí me han parido así y el que me quiera aguantar de esta manera que me aguante. Me quedó un buen sabor de boca al dirigir el primer equipo y al filial.

¿Qué malas pasadas le jugó ese temperamento?
Tengo en mente a jugadoras como Sonia Vesga, que tanto ella como yo éramos de armas tomar. Una vez me cansó y le mandé a casa y que no volviera, siendo probablemente la mejor. Ella me entendió y al final nos llevamos francamente bien. Yo genio tengo, y habré metido la pata cien mil veces, pero me llevo bastante bien con todas e hicimos una piña. Si había que echar una bronca, la echaba. Alguna me toreraría, pero no me enteré. 

¿Algo similar a lo que ocurre en la selección?
No, no. Yo sé que a mí me intentaron cesar más veces, pero no por las jugadoras. Creo que hay que saber tirar de la cuerda, tirar y tirar, y luego aflojar, y ahí, cuando aflojas, es cuando parece que todo vuelve a su cauce. Siempre hay rencillas, pero aún mantengo buen trato con muchas. 

¿Qué le enseñaron o aprendió de las chicas?
A tolerar más. Que tienes que exigir un poco menos. Los equipos femeninos hace 20 años no son los mismos que en la actualidad. Había que enseñar muchos conceptos. Eras uno para todo, aunque me rodeé de buena gente. Mónica para mí fue muy importante. Klaus, Héctor...

El balance es muy positivo.  No me arrepiento de nada. Me quedan viajes, amistades, experiencias... »

¿De las tres temporadas con cuál se queda?
Con la segunda. Empezamos con una concentración en Espinosa de los Monteros contra el Oviedo Moderno. Allí coincidimos con un grupo de Síndrome de Down que nos animaron con pancartas. Fue emotivo. Ganamos al Oviedo. Conseguimos casi todos los puntos seguidos en un principio, y ese colchón nos sirvió para mantenernos, porque luego en la segunda vuelta fuimos en caída. Y la siguiente campaña también fue bonita, solo que el resto de los rivales ya empezaban a fichar fuerte. El Sevilla venía en avión hasta Burgos y tú te hacías un viaje de 1.600 kilómetros en carretera. 

¿Recuerda algún partido?
Contra el Athletic de Bilbao, que estaba en plenitud,  jugábamos en el campo de Lasesarre, en Barakaldo, perdimos 3-2, pero fue el partido que televisaban (uno al mes) y dimos muy buena imagen.  

¿Alguna futbolista que le marcase?
Sonia Vesga, Sheila, Mónica, Isabel... Recuerdo a Naiara (entrenadora del Burgos CFB) que debutó en el primer equipo procedente del equipo infantil y lo hizo contra el Puebla. Tuvo que marcar a una de las 'famosas' gemelas. Y al final del partido la extremo fue a felicitarle porque se lo había hecho pasar muy mal siendo una niñita.

¿El concepto era el mismo entonces que el de ahora?
Ahora creo que hay más cultura de fútbol femenino. Se televisan más partidos, se habla más de la selección. Los padres apoyan más a sus hijas. 

¿Y en Burgos?
Está bastante bien estructurado. Y ahora mejor que lo ha cogido el Burgos CF, aunque ya ntonces contábamos con cantera. 

Con las chicas he aprendido a ser más tolerante y a exigir menos»

¿Dónde empezó el declive?
En muchos viajes de vuelta veníamos con las orejas gachas por tantas goleadas. Sevilla, Levante, Bilbao, Pozuelo... ahí realmente fue el partido que ya no disputé porque me cesaron. Y ya llegó Jairo de la Riva. La Superliga era muy aproximada al fútbol profesional: Espanyol, Sabadell, Barcelona con Marigol, etc. Sus recursos eran muy diferentes a los nuestros.

¿La cabeza de un entrenador deja de funcionar en algún momento?
Si te había ido bien te olvidabas del tema, pero si te iba mal, yo ya me montaba en el autobús,  el primero siempre, y ya estaba pensando en qué habíamos fallado en el control, en el despeje, en el saque de banda, cogías la libreta y a preparar la sesión del lunes. Y todo el viaje con el runrún. Muchas veces, me encargaba de que no me viera nadie, pero hasta he llorado. Es costoso y acabas un poco cansado o estresado. 

¿Y merece la pena?
Sí, claro. Yo no me arrepiento de nada. Me quedan las amistades, experiencias, viajes, ciudades…  

¿Volvería a entrenar a chicas?
Sí, aunque ya tengo una edad y llevo cuatro temporadas sin entrenar. Sin miedo.

En muchos viajes volvimos a casa con las orejas gachas. Me encargaba de que nadie me viera, subía el primero al autobús, y hasta he llorado»