Teruel Existe ha sacado adelante en el Congreso una iniciativa que pretende facilitar la continuidad de bares y pequeños comercios, incluidos los ambulantes, en municipios de menos de 200 habitantes, apoyándolos con incentivos fiscales. Esta propuesta ha conseguido el apoyo de 303 diputados, de un máximo posible de 350 diputados que tiene el Congreso. Toda una ironía que una multitud de diputados vayan a salvar a pueblos con tan poca gente.

Tomás Guitarte, el único diputado de Teruel Existe, explicó a sus colegas que en España hay 142.000 personas que viven en pueblos en los que ya no hay ni un bar; municipios que normalmente no superan los cien vecinos. Ahora, se trata de evitar que engorde la cifra de personas que ni siquiera tienen este servicio. Quizá tenga sentido la propuesta del PP de elevar la barrera de acceso a estas ayudas a poblaciones de hasta 500 habitantes.
En España hay 3.993 pueblos con menos de 500 habitantes, que es casi la mitad de los 8.131 municipios que conforman España. Sin embargo, en todos esos pueblos solamente viven 651.192 personas, según el censo de 2021. Tan pocos, que no importan mucho. En Burgos, como en Teruel, sabemos mucho de esto, pero la mayor parte de las bancadas del Congreso no ha salido del asfalto en su vida y sorprende gratamente que entiendan que los bares de pueblo tienen una función que va más allá del mercantilismo urbano.

Neila, ese ejemplo que adoro, que contaba con 139 habitantes censados el año pasado, es imposible de imaginar sin el bar 'El Macho'. Es el bar, restaurante, dispensario de medicinas, administración de lotería, quiosco, recepción de paquetería, punto de información, de atención, de transporte, gabinete psicológico… Tantas cosas, que todas las ayudas que se den a Emilio y Rosa son pocas para el valor de ese hilo de vida. Es el centro de operaciones del pueblo, el club social, donde unos empiezan el día y otros acaban la noche, pero detrás de la barra siguen los mismos.

Hay bares 'El Macho' por toda la geografía realizando una labor que trasciende al chato de vino. Igual sucede con los panaderos de Huerta Arriba (Víctor) y Quintanar de la Sierra (Chema), o con los vendedores ambulantes de Roa (Jesús Veganzones), Oyón (Congelados Egea) o la burgalesa Servidona. Sólo la algarabía que genera su llegada y el ahorro en ansiolíticos a la Seguridad Social compensa el coste de las ayudas que puedan recibir. Larga vida a todos ellos.