Hace tiempo que Burgos ocupa un punto rojo en el mapa internacional del arte urbano. Un nombre se repite cuando se enumeran los hitos que han llevado a la ciudad a la picota: StARTer Proyectos Culturales. El colectivo creado por Estela Rojo y Regue Mateos empezó en 2015 poniendo color en las calles de los pueblos de la llamada España Vaciada, siguió con la invitación de artistas de relumbrón para vestir emblemáticos edificios y paredes de la capital, como la aclamada intervención de Monkey Bird frente a la puerta de la Coronería de la Catedral, y ahora da el salto internacional. Tour España, en colaboración con Turismo Málaga y varias asociaciones alemanas, ha contado con él para el comisariado de Málaga loves Múnich, un mural para promocionar la ciudad andaluza en el país germano de la mano de Pablo Picasso con motivo del 50 aniversario de su muerte. Pese a que nunca pasó por allí, el genio cubista se convierte en cicerone de los malagueños en tierras teutonas y del proyecto burgalés en su estreno fuera de España.
«Para nosotros supone ir cumpliendo retos. Nuestro propósito siempre ha sido colaborar. Ya lo hemos hecho trayendo a artistas de fuera a Burgos y ahora nos tocaba salir a nosotros como dirección artística. Es un gran paso que se valore nuestra visión como gestores de arte urbano, como comisarios, y que confíen en nuestras capacidades de gestión cultural. Igual que muchas veces se invita a artistas a intervenir fuera, ahora lo hacen con los directores de las propuestas», expone Rojo, que ha estado a pie de campo durante el proceso y la inauguración del viernes.
La colaboración también se da en la ejecución del mural, con el trabajo al alimón del malagueño Lalone (Lalo Luke), artista de grafiti con obra en Londres, Berlín o Ammán y una destacada cartera de clientes como San Miguel, Cruzcampo o el Circo del Sol, y el turco residente en Múnich Can Temizgezek, procedente del mundo de la ilustración. El tema y la paleta elegida (negro, grises y los cálidos amarillos y naranjas) trasladan al viandante a la Málaga actual y a la que conoció Picasso en su infancia.
Se representa el pasado a través de un biznaguero, esos jóvenes que desde antaño venden biznagas, ramilletes de jazmines, a los visitantes, y el presente, con una turista joven sentada en el puerto maravillada por la ciudad; aparecen el ambiente pesquero, con la adopción del ojo fenicio en sus barcos como símbolo de protección, y el espeto malagueño, un clásico de su gastronomía; se incluyen referencias a la arquitectura tradicional y a la contemporánea, con edificios como el Pompidou; al minotauro...
Pero la misión de esta propuesta es trazar un puente con Múnich. Precisamente, la pared elegida se sitúa bajo uno, en Halt 58, un lugar emblemático del arte urbano en la urbe alemana. Y han brujuleado en busca de vínculos entre ambas ciudades. «Comparten varios aspectos como ser muy abierta al turismo, hemos jugado con la letra M, que parece un puente... La investigación ha ido aflorando conexiones muy interesantes», observa Rojo. He ahí la primera retrospectiva de Picasso en vida, en 1913, en la ya desaparecida Galería Moderna de Múnich o la existencia en Málaga de un jardín, el Parque del Oeste, lleno de esculturas del muniqués Stefan Von Reiswitz, que pasó allí parte de su vida.
StARTer vuelve a tener en cuenta la perspectiva de género y evidencia la triste realidad de las mujeres cuando nació Picasso. Tenían prohibido el acceso a la formación artística, hasta que en 1882 se fundó en Múnich la primera academia para ellas, la Damenakademien.
Málaga loves Múnich salva con historias y color los 2.351 kilómetros que separan ambos puntos.