¿Qué lleva a una persona del siglo XXI a enclaustrarse en un monasterio?, ¿qué les hace renunciar a una vida exterior y qué buscan con ello?, ¿por qué no lo encuentran en otro modo de vida que no sea la contemplativa? A esos interrogantes trata de responder el documental Libres, proyectado este fin de semana en un monasterio de San Pedro de Cardeña convertido en una sala de cine. Un largometraje, por otro lado, pionero, ya que el alejamiento del mundanal ruido de los monjes y monjas que viven en clausura les lleva también a aislarse de entrevistas y cámaras de televisión. Solo otro proyecto, El gran silencio, que Philip Gröning rodó en 2005 en la Grande Chartreuse francesa, ha conseguido entrar en las entrañas de estos muros. El francés tardó entonces 16 años en que le dieran permiso y recogió la introspección del cenobio sin conversaciones.

El director de Libres, Santos Blanco, no solo ha entrado en doce conventos de clausura, sino que ha conseguido hablar con calma con los monjes y monjas que los habitan, religiosos que no suelen hablar ni entre ellos. Y de entre esos cenobios donde grabaron más de veinte horas de metraje hay tres burgaleses: el monasterio cisterciense que acoge las proyecciones, Las Huelgas y el Yermo Camaldulense de Nuestra Señora de Herrera, cerca de Miranda.

Con 15.000 espectadores en apenas una semana y 35 cines, el largometraje se adentra en las historias de quienes dejaron atrás su vida familiar y profesional para dedicarse a la vida contemplativa, mientras profundiza también en otros temas que interpelan al espectador, como el silencio, la soledad, la vida o la muerte. «Libres pretende ser un viaje hacia el interior del hombre y en esencia hacia la libertad», afirman.

El director, Santos Blanco, en San Pedro Cardeña. - Foto: Alberto Rodrigo

Con alrededor de 2.100 monasterios de clausura en el mundo y aunque las vocaciones escaseen, cabe preguntarse si la búsqueda de la plenitud interior es su mayor logro en unos tiempos en los que la sociedad experimenta un gran vacío existencial y huye del silencio como de la peste.

La película de Santos Blanco cuenta con guion de Javier Lorenzo, la producción ejecutiva de Lucía González-Barandiarán, la música de Óscar Martín Leanizbarrutia y la fotografía de Carlos de la Rosa García.