Inteligencia artificial contra los golpes en Jorge Luis Borges

F.L.D. / Burgos
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El Ayuntamiento de Burgos estudia una mejora de la regulación de los semáforos con un sistema de sensores. La fase verde para coches será permanente siempre que no haya peatones

La rotonda es uno de los lugares con mayor número de accidentes de toda la ciudad. - Foto: Alberto Rodrigo

La glorieta de Jorge Luis Borges lleva muchos años consolidada en los primeros puestos de la lista de lugares de la ciudad con mayor número de accidentes. Concretamente desde que el Ayuntamiento decidiera retirar los ceda al paso interiores. Pensaron los responsables municipales que la siniestralidad se estabilizaría, como ya lo había hecho anteriormente en la de Bilbao. Pero lo cierto es que son dos rotondas muy diferentes y, lejos de disminuir, los choques entre vehículos no paran de crecer. Desde el área de Tráfico, que ya en su momento advirtió de las consecuencias, han tratado solucionar los problemas sin éxito. La medida más inminente que plantean es incorporar sensores de inteligencia artificial para cambiar la regulación de los semáforos. 

Quien más y quien menos, ha tenido al menos un susto al entrar en Jorge Luis Borges. Las cifras de siniestralidad también son reveladoras. Porque el número de accidentes en esta glorieta es muy superior al de principales avenidas de la ciudad como Reyes Católicos, Derechos Humanos, Esteban Sáez Alvarado o calle Madrid. Ninguna otra rotonda está siquiera entre los 20 lugares más conflictivos. El pasado año, la Unidad de Atestados de la Policía Local intervino en medio centenar de siniestros, catorce más que en 2022. 

¿Por qué esta rotonda es tan peligrosa? En primer lugar, según han defendido los técnicos de Tráfico, porque tiene once ramales de los cuáles seis son de acceso y cinco de salida. Sirve, además, de confluencia entre dos de las principales avenidas de la ciudad como es la del Cid y Cantabria. Esto ya implica un elevado flujo de tráfico. A priori, los semáforos sirven para regular los tiempos, pero no resulta  ni mucho menos sencillo. Se ha intentado cambiar las secuencias, pero no ha afectado en absoluto. 

Recular y volver a los ceda al paso interiores, que muchos técnicos defienden que sería la solución definitiva, no ha estado nunca sobre la mesa. La única alternativa pasa por insistir en ajustar las frecuencias de los semáforos para reducir la entrada   de vehículos a la glorieta. Por eso el Ayuntamiento está analizando la implantación de sensores con inteligencia artificial. La intervención, desde luego, no será barata porque habría que cambiar todo el equipo electrónico de los reguladores. 

La idea es que el sistema deje la fase en verde de los viales con mayor intensidad de tráfico de manera permanente. Sólo se pondría en rojo al detectar la presencia de peatones acercándose al paso de cebra. Ahora mismo se está estudiando cómo ajustar los tiempos a la salida de los colegios, que es el momento más conflictivo.