Mi reino por un torrezno

P.C.P.
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El atractivo triángulo de Sad Hill, La Yecla y Silos digiere mejor los días de gran afluencia gracias a las nuevas infraestructuras, aunque la hostelería se ve igualmente desbordada

Unos moteros de Irlanda recorren las cinematográficas cruces. - Foto: F2 Estudio

Álvaro está de suerte. El espigado mirandés ha conseguido mesa en la terraza de una de las callejas laterales del Hotel Villa de Silos y el codiciado último torrezno que quedaba en cocina tiene su nombre. Tiene tanta suerte que acaba por compartirla, al entregar en la barra un móvil que su pareja se acaba de encontrar y que un minuto después recupera otro turista apurado.

El barril de cerveza se acaba también. El guion de cada Semana Santa se repite. «Ayer estábamos casi solos, el Domingo de Ramos también fue flojito y hoy no damos abasto. Vienen 20 y todos a la vez», explica Alfonso mientras tira la caña que le faltaba a la cuadrilla que ocupa medio bar (y que invita a esta servidora y a su compañera). Los Tírate de la moto se hacen notar allá donde van, en procesión. 17 en 4 coches. Y eso que varios de los hijos mayores ya vuelan solos. Comenzaron en 2004 en Huesca y desde entonces comparten viajes en Pascua y pueblo en verano, Valdearcos de la Vega (Valladolid). 

Este año han vuelto a Navas del Pinar como campamento base, donde ya habían estado en 2009 y 2010. Desembarcaron el miércoles y llenaron la casa de vituallas. Los Tírate de la moto encajan bien con el turista tipo de Semana Santa que recibe la provincia de Burgos. Amigos o familias, en este caso mezcla de todo, que proceden de diversas partes de España y buscan compartir tiempo y pocas complicaciones. Desde una difícil experiencia en Navarra, donde no encontraban ni comida ni aparcamiento, lo llevan todo organizado.El almuerzo está reservado enLa Yecla, imposible, si no, lograr mesa en un paraje que ha ganado enteros desde que se habilitó el estacionamiento, se amplió el recorrido de las pasarelas y señalizaron el sendero hasta SantoDomingo de Silos. 

Esas mejoras evitan el peligroso tránsito por la carretera, entre túneles, al tiempo que reparten a los visitantes, aunque no sea el mejor lugar para encontrar el silencio estos días. «Tampoco vemos que haya tanta gente», afirmanRaquel yFernando, acostumbrados a la vida en Madrid. Ayuda, eso sí, que adelantasen un día sus vacaciones y la visita a Frías, Puentedey y Orbaneja del Castillo fuera en miércoles. Alojados enBurgos capital, hoy toca día urbano y visita al Museo de la Evolución Humana. «Tengo muchas ganas», confiesa él. 

El cicerone es otro tipo de turista que se repite estos días. Viene para enseñar a otros lo que ya conoce. Como Chus y Clara -familia de la niña que el domingo protagonizará la Bajada del Ángel en Aranda de Duero- con el novio de esta. Miguel Ángel se muestra impresionado con las vistas del desfiladero cuando aún no se ha adentrado en él para comprobar que gracias al fresco de Burgos se conserva alguno de los carámbanos de hielo, pese a que la temperatura al sol roza ya los 20 grados y empiezan a sobrar al menos 2 de las 4 capas con las que se han bajado del coche muchos visitantes.

Una de las capas es el poncho, al más puro estilo Eastwood, con el que Francisco entra en Sad Hill en busca de su cruz, la que apadrinó como fan de la película de Sergio Leone. El estilismo -sombreros incluidos- se lo han prestado en el Hotel Rural Sabinares delArlanza (Puentedura), donde se aloja estos días llegado de Oviedo con su pareja, Marta, y la pequeña Clara, para la que tienen reservada la visita a Territorio Artlanza. 

En el cementerio de El bueno, el feo y el malo se cruzan con 3 motoristas de Irlanda y con la risueña cuadrilla de la Moto, que no se explica cómo puede estar tan bien conservado sin vigilar (hoy, por cierto, la Asociación Sad Hill ha organizado una jornada de limpieza y recuperación de tumbas). Desde el Alto de Mirandilla parecen hormiguitas, fotografiadas por Nacho y Ruth, dos burgaleses a los que el buen tiempo ha animado a realizar la ruta circular de 15 kilómetros por estos parajes. «No nos acordábamos de lo quemado», reconocen, en referencia a los árboles que calcinó el incendio de julio y cuya corta deja un paisaje pelado, apropiado para el spaghetti western. 

Son mayoría los que llegan en coche a Sad Hill, para disgusto de algunos vecinos de Contreras, que 'bendicen' con juramentos el paso de los vehículos, a dos por hora debido a los badenes que jalonan el camino, con un lateral lleno de palos y espinos. 

Quizás con los nuevos aparcamientos que la dirección del Parque Natural Sabinares delArlanza-La Yecla prevé habilitar se invierta esa tendencia, porque cada vez llega más turismo a este escenario de película y se sorprende de lo poco explotado que está, cuando daría su reino por un sombrero vaquero, un torrezno y una cervecita.