Para inocentes, algunos delincuentes

F.L.D.
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Ciertos malhechores están condenados a terminar entre rejas por su modus operandi e incluso hay quien parece pedir a gritos que le detengan antes de cometer la fechoría. Repasamos sucesos en los que la Policía ganó la partida con ayuda del infractor

Para inocentes algunos delincuentes

1) La pistola se encasquilla en Instagram

Las redes sociales ya se han convertido en el ring de combate donde se resuelven batallas que uno ni siquiera alcanza imaginar. Eso incluye una disputa entre dos narcotraficantes enfrentados por una bolsa de droga. Todo ocurrió en el mes de enero. I.P.B. dio el palo en su propia casa a un peligroso delincuente buscado por la Policía Nacional, J.M.G. alias 'Jero'. Le salió tan bien la jugada que decidió repetirla a los pocos días. Solo que esta vez, le estaba esperando. Su respuesta fue liarse a martillazo limpio. Una pelea que terminó con una llamada a la Policía Nacional que les obligó a marcharse cada uno en una dirección. 

No podía quedar ahí la cosa. I.P.B. decidió vengarse en un vídeo en Instagram en el que presumía de haberle robado droga. Una droga que se fumaba «en su cara», decía. Si venía a buscarla, amenazó, se encontraría con su «nueva amiga», una pistola Portfoglio 6.35 que exhibía como un trofeo. Fue lo último que vio antes de que los Grupos Operativos Especiales de la Policía Nacional entraran en su casa para detenerle.

2) Maniobra sutil

Está mal conducir a toda velocidad por la ciudad y saltarse varios semáforos. Mucho peor darse a la fuga cuando te sorprende la Policía y en la huida poner en riesgo al resto de usuarios de la vía. La situación penal solo puede empeorar si, después de ser detenido, te pillan escondiendo droga justo antes de entrar en los calabozos. Pues bien, eso es lo que pasó a mediados de febrero en la capital. 

Una patrulla del cuerpo municipal dio el alto a un BMW que circulaba a gran velocidad por la calle Severo Ochoa. Lejos de detener el vehículo, el conductor, de 35 años, inició una huida por toda la ciudad con una actitud kamikaze y logró dar esquinazo a los policías a la altura de Estépar. Gracias a las cámaras de tráfico lograron localizarle días después, cuando se presentó en compañía de su abogado para colaborar en su detención. 

Fue entonces cuando, tras hacer un gesto de disimulo sin demasiado sentido, sacó una bolsita del bolsillo y se la introdujo en los genitales. Uno de los agentes le sorprendió en plena faena y le requisó el envoltorio. Resultó que dentro había tres gramos de cocaína. 

3) Juntos a Comisaría

No existen las treguas de una tarde en las órdenes de alejamiento. Ni siquiera por una buena causa. Por eso, a los agentes de la Policía Nacional que atendieron a una pareja que acudió a la Comisaría Provincial para expedir un DNI de la hija que tenían, les sorprendió comprobar que el hombre tenía prohibido acercarse a la mujer a menos de 500 metros durante 16 meses. 

Igual de sorprendidos, señalaron fuentes policiales, se mostraron ambos al enterarse de que no podían estar juntos ni para un trámite inocente como este. Mucho más cuando al hombre se lo llevaron detenido por incumplimiento de una medida judicial. 

4) El pleno delictivo

Hay individuos que una vez que entran en la rueda delictiva les resulta complicado salir. Cuando cumplen condena, vuelven a infringir la norma como 'modus vivendi'. Partiendo de esta premisa, el protagonista de este suceso parecía decidido a batir todos los récords delincuenciales el día que le detuvo la Policía Local. 

Teniendo en cuenta que circulaba en un Audi A3 con un fugado de la justicia de copiloto, no puso demasiado interés en pasar desapercibido. Una patrulla de la Policía Local localizó su coche cuando transitaba por la Plaza Vega sin las luces traseras. Al detenerle, los agentes se dieron cuenta de que no estaba en las mejores condiciones para conducir. Daba unas explicaciones confusas y del interior del habitáculo salía un fuerte olor a marihuana. En el test duplicó la tasa de alcohol permitida y dio positivo en cuatro drogas (cocaína, metanfetamina, anfetamina y cannabis). En el registro encontraron dos cogollos de 'maría' y, para completar el pleno delictivo, el vehículo no había pasado la ITV. 

5) Si bebes, no robes

A veces el oficio del caco es como el del resto de los mortales. Hay que estar en las mejores condiciones para llevar a cabo tu tarea, sobre todo para que la Policía no te eche el guante. Si el autor de la sustracción de un vehículo el pasado mes de abril hubiera tenido en cuenta este factor, a lo mejor habría salvado el pellejo. Le hubiera venido bien, dicho sea de paso, haberse sacado el carné previamente. 

Pero volviendo al día en que ocurrió todo, resulta que de buena mañana un hombre que paseaba por la calle observó que un vehículo estacionado había colisionado con el de delante y que el conductor se había quedado dormido al volante. A su llegada, la Policía Nacional tuvo que agitarle unos minutos para despejarle. Cuando por fin se despertó dijo que el coche era de su padre. Solo necesitaron inspeccionarlo ligeramente para ver que había hecho un puente en el sistema de arranque. En la prueba de alcohol y drogas dio positivo y se le requisaron 10 pastillas de éxtasis.  

6) El muerto vivo

Algunos agentes de la Policía Local han desarrollado un sexto sentido especial para detectar tarjetas ilegales de estacionamiento reservado a personas con movilidad reducida. Y no solo las que 'cantan' al ojo porque son más falsas que un euro de madera. La experiencia les hace sospechar de muchos de estos permisos porque se han encontrado a más de uno asociado a personas fallecidas.

Es lo que pasó en el mes de julio en una de estas inspecciones rutinarias en la calle Aurelio Alemán, junto al Monasterio de San Juan. Una patrulla detectó a una conductora que había estacionado en una plaza reservada para personas con movilidad reducida. Al examinar la tarjeta y verificar los datos del titular, se percataron de que está asignada a un muerto. 

7) En la boca del lobo

Cuando uno se encuentra en busca y captura conviene no ponérselo fácil a las autoridades. Pero G.J.A.S., de 40 años, no lo tuvo en cuenta el estar inmerso en una disputa por una deuda. A la base de la Policía Local llegaron un día de agosto muy alterados tres individuos. Dos de ellos denunciaban que un tercero les había intentado atropellar. 

Tras amenazarse e insultarse mutuamente durante varios minutos, los agentes entendieron que todo se trataba de desavenencias por una deuda. Al tomar los datos de los implicados, comprobaron que sobre uno de ellos recaía una orden de detención dictada por el Juzgado de lo Penal número 1 de Burgos. Aquella tarde la pasó en los calabozos. 

8) No corras que es peor

Si después de una noche de 'farra' tienes pensado coger el coche debes saber que corres el riesgo de que te pillen en un estado no muy apropiado para ponerte al volante. Y más vale que, si te ves metido en un control, no trates de burlarlo, porque es mejor no complicar el lío en el que estás. Pues la Policía Local aún se encuentra a personas que se creen que pueden irse de rositas. 

Tras una fiesta en la sala Andén 56, varias patrullas se colocaron de manera estratégica para realizar controles de alcoholemia. Uno de los agentes que formaba parte del operativo se fijó que uno de los vehículos, en el que viajaba una pareja, realizaba maniobras extrañas y lo siguió con la vista hasta percatarse que pretendía darse a la fuga. Unos compañeros le dieron el alto en la confluencia entre Siervas de Jesús y el Bulevar. 

Pero el conductor aún confiaba en su suerte, así que emprendió una huida a pie por una zona de maleza. En su carrera por varios solares, perseguido de cerca por policías, hubo más de una caída. Terminó detenido, con arañazos y varios golpes. También con una ristra de delitos mayor de la que se hubiera llevado si hubiese soplado el alcoholímetro. 

9) Coge el bacalao y huye

A los responsables del comercio de encurtidos Olibher de la calle Vitoria no les hizo falta estudiar un curso avanzado en criminología para localizar el paradero del ladrón que les entró a robar a golpe de alcantarilla. No solo porque su reputación es ampliamente conocida en el barrio de Gamonal. Es que solo tenían que seguir el rastro de sangre que había dejado en su asalto para comprobar que vivía a escasas dos calles de allí. 

El modus operandi de este caco, que se dedica a romper las lunas de los comercios y bares con la tapa de una alcantarilla, le pone en el foco de los investigadores cada vez que denuncian un robo de estas características. Su amplio listado de antecedentes le llevó a la cárcel hace unos meses, pero nada más salir volvió a las andadas con el asalto al Olibher. En su currículum constan palos con el objetivo de hacerse con la recaudación de la caja registradora o de las máquinas tragaperras. Nunca antes había ido a por género. 

En esta ocasión, lo único que pudo llevarse fue bacalao en sal. Una sal que fue dejando por el suelo en su huida. El reguero terminaba en el portal de su casa. Señoría, no hay más preguntas. 

10) Un escondite residual

Cualquier lugar es bueno para esconderte después de dar un palo en plena calle. Mejor coger un poco de olor, aunque sea a basura, que pasar la noche en Comisaría. Eso debió pensar el ladrón que hace apenas unas semanas pegó un tirón en el parque lineal del Río Vena a una joven que en su mochila guardaba la recaudación del bar en el que trabajaba. Ocurrió a última hora de la noche, cuando la mujer acababa de cerrar el bar y se dirigía a su domicilio. Le abordó un individuo que circulaba en bicicleta y le arrebató la mochila tirándola al suelo. 

Una patrulla de la Policía Local se desplazó a la zona para conocer lo ocurrido. La víctima se encontraba en el suelo, malherida tras el robo con violencia. Los indicativos, tras una primera batida infructuosa por la zona, decidieron ampliar el radio de búsqueda. La estrategia dio sus frutos, pues en la Plaza Mayor localizaron a un individuo que encajaba perfectamente con la descripción aportada. Al percatarse de la presencia de los agentes, decidió huir. Pero con la ayuda de un testigo que pasaba por el lugar, le localizaron escondido en un contenedor de basura. Gajes del oficio.