Una aventura infinita con capitán

ALMUDENA SANZ
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'El sueño especiero' vuela con otros ojos y otros pasos en las visitas guiadas gratuitas abiertas al público que se realizan hasta el 3 de junio los martes, miércoles y jueves a las 11.15, 12.30 y 18 horas y los sábados a las 18 h.

Relieve de los tres Reyes Magos de Felipe Bigarny de Roa. - Foto: Valdivielso

Suben los peldaños del Arco de Santa María con la ilusión y la incertidumbre de quien se dirige hacia lo desconocido, como los tripulantes que ascienden por la escalerilla de una vieja embarcación sin saber los sufrimientos y las penurias que los esperan, desconocedores de que serán pocos los supervivientes y que su dura singladura hará historia. El sueño especiero invita a convertirse en personajes de la aventura infinita que fue la primera vuelta al mundo y, sobre todo, a conocer el papel principal interpretado por los mercaderes burgaleses para hacerla posible, aunque no fuera esa su misión, sino el comercio de especias. Esta exposición, que se alarga hasta el 11 de junio, brinda una nueva mirada a esa hazaña a través de las visitas guiadas gratuitas programadas hasta el 3 de junio. Se realizan los martes, miércoles y jueves a las 11.15, 12.30 y 18 horas y los sábados a las 18 horas (salvo el 20 de mayo). Los grupos y las asociaciones las pueden concertar en el número de teléfono 947 28 88 99 solo para el horario de mañana. 

Una clase del colegio La Salle y una pareja joven se embarcaron hace unos días en el último viaje de la mañana, con Diego Garcés como capitán, que supo poner chispa a las explicaciones para mantener la atención de los chavales. Acompañados durante todo el recorrido por el sonido del mar, lo único que vieron los marineros desde que partieron en cinco naves, de las que solo tres llegaron a su destino y solo una volvió, la nao Victoria, con solo 18 de los 500 marineros que zarparon. 

Pero antes de situarse en ese 1519, año de la partida, pasearon por el Burgos de la segunda mitad del siglo XV y primera del XVI, una urbe floreciente, de gran pujanza gracias al mercado de la lana, de ricos comerciantes que alardean de ese poder económico. Se detienen frente a imponentes palacios, como la Casa del Cordón, admiran la cada vez más bella Catedral, se cruzan con Diego de Siloé y Felipe Bigarny, los artistas más reconocidos de la época, y rivales, que pasaron buenas estancias en Burgos. Los ejemplos de su buen hacer son bien conocidos. Un botón en la muestra: relieve de los Reyes Magos que esculpió el llamado Borgoñón en la iglesia de la Asunción de Roa. 

El guía, Diego Garcés, se traslada al siglo XV para contextualizar la expedición.El guía, Diego Garcés, se traslada al siglo XV para contextualizar la expedición. - Foto: Valdivielso

Transita por esas calles también Cristóbal de Haro, un mercader que se había trasladado a Burgos desde Lisboa, donde había conocido a Magallanes. Con su poderío y su labia convencerá a ricos banqueros extranjeros para que apoyen la empresa a Las Molucas en busca de las especias. Con el obispo Juan Rodríguez Fonseca en el ajo, solo faltaba convencer al rey para que permitiera el viaje. Lo hará. E incluso arriesgará sus dineros. No quería quedarse al margen de los posibles beneficios. 

Observa Garcés que cada visita guiada se acomoda al tipo de público. La algarabía y la participación de los chavales coloreó el relato trufado de mil y una curiosidades. Descubrir que las especias eran un signo de distinción, objeto de trueque y de ostentación económica; que el capitán de la embarcación era el único que tenía habitación; el valor de las monedas llamadas ducados y excelentes; la presencia de mujeres comerciantes como María de Vitoria; el mapa falso realizado por Portugal para despistar, sin éxito, a Castilla; el cuero triturado de sus cinturones con el que los marineros engañaban al cerebro cuando se acabaron los víveres y las ratas; la mala orientación de la nao Trinidad que la hizo acabar en Japón... 

Tras una parada en la Sala de Poridad, sede del Ayuntamiento, un concejo del que formó parte Haro en sus últimos años de vida, antes de ser enterrado en la iglesia de San Lesmes, los pasos avanzan en el tiempo y suben al segundo piso para conocer las otras cuatro expediciones a la especiería (la última ya en busca de oro y plata). Todas sufragadas por el célebre mercader hasta que en 1529 el emperador Carlos V quita a los burgaleses el comercio con Las Molucas y se lo da a los portugueses. Fin del sueño.