Más de medio año pedaleando por el mundo

L.N. / Aranda
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El arandino Alberto Matamoros, que dedicará seis años a recorrer todos los continentes a lomos de su bici, define la experiencia como "una maravilla". Ahora se encuentra en Tanzania

Más de medio año pedaleando por el mundo

Más de seis meses de aventura pura. Y los que vendrán. Porque el plan del arandino Alberto Matamoros, de 39 años, pasa por realizar un recorrido de seis años por todo el mundo a lomos de su bici. Por ahora, ha pedaleado más de 4.000 kilómetros, que le han llevado por Andalucía, Portugal, Azores y Marruecos. En este momento, se encuentra en Tanzania realizando un voluntariado en una escuela. Da clases de inglés y ayuda a seguir construyendo una escuela y, a cambio, recibe alojamiento y comida. "La experiencia es una maravilla, pero hay que reconocer que nada es idílico. A veces resulta duro", admite, mientras relata que "si te apasiona viajar, la naturaleza y el deporte, esto sólo se puede definir con una palabra: fantástico".

Por ahora, si algo destaca Matamoros es la hospitalidad que se ha encontrado por el camino. Especialmente en Portugal, un país que califica de "puro amor". También recuerda con especial cariño que una familia de granjeros, con una plantación de palmeras datileras, le acogieron en su cortijo andaluz. "Hacían ellos mismos el pan, pastas, miel... un nivel de autosuficiencia brutal. Me dieron de todo, como si fuera mi familia. Es una amabilidad que te descoloca, no estás acostumbrado a semejante nivel de hospitalidad y se te queda grabado en el corazón", asegura el arandino, para quien este tipo de vidas "representan el camino hacia un mundo mejor". Al final, el hecho de que muchas personas le vean pedaleando por la carretera, con una bici cargada con todo lo que necesita en el día a día, despierta mucho la atención. "La bici es tu pasaporte", asegura. "Cuando voy con ella genera curiosidad. La gente se acerca, me pregunta cómo lo he hecho, hacia dónde voy... Es mi interacción con el mundo".

Y, gracias a su vehículo, al que ha apodado como Hipólita, va sumando "millones de aventuras". En Marruecos acudió a una boda en el desierto, el paisaje de Doñana le impresionó sobremanera, se bañó desnudo en San Lúcar de Barrameda y en Azores se hartó de avistar ballenas. "Estás en contacto directo con la naturaleza, son sensaciones indescriptibles, quizá de lo mejor del viaje", manifiesta Matamoros, mientras remarca que este tipo de vivencias reportan "muchos beneficios para el bienestar personal" y contribuyen a una vida más saludable.

Una vez que finalice su estancia en Tanzania, se plantea seguir explorando África, desde Kenia a Botswana, Zambia y Namibia. Quiere ver con sus propios ojos la migración de los ñus y los gorilas en la montaña. "Es cierto que te entra un vértigo importante cuando cambias de país, pero a los días me desenvuelvo como pez en el agua, trato con mucho respeto a la gente y voy con decisión".

La mayoría de las veces acampa. Lo hace en lugares donde no le vea nadie por seguridad. Y otras, se da ciertas comodidades y reserva en hostales y hoteles. "Voy lento, me gusta ver los lugares, he venido a ver el mundo, así que paro y disfruto", defiende Matamoros. Admite que hay días en los que le invade una cierta sensación de desarraigo e inestabilidad, pero, al mismo tiempo se define como un privilegiado: "Es una etapa en la que me he lanzado a ver el mundo, ya tendré tiempo de estar en el sofá y descansar". Pueden seguir sus aventuras en @thevanuatuoperation.