A urgencias con un auricular incrustado

F.L.D. / Burgos
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Los agentes del GIAT ven en muchas de sus intervenciones en la Jefatura Provincial de Tráfico situaciones rocambolescas

Algunos utilizan pinganillos para intentar aprobar el examen teórico del carné de conducir.

Una de las últimas intervenciones de los agentes del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico de la Guardia Civil (GIAT) terminó en la Jefatura Provincial con la denuncia a un individuo que pretendía aprobar el examen teórico del carné de conducir con un pinganillo. Pero detectarle costó más de lo que esperaban. Porque el minúsculo tamaño del auricular y el nerviosismo del sujeto que lo llevaba terminó con el aparato incrustado en la oreja. Esta es una de las muchas anécdotas que coleccionan los efectivos de la Benemérita. 

«Estaba tan nervioso que empezó a darse golpecitos en la oreja. Creemos que lo que quería era ocultarlo cada vez más. Tanto, que cuando le dimos el alto no hubo manera humana de extraerlo», narran el cabo primero Chema y el guardia civil Camazón, dos de los efectivos que se dedican a perseguir este tipo de infracciones durante los exámenes del permiso de conducir. El periplo terminó en Urgencias para intentar sacarlo de allí, comentan. 

Pero si los pinganillos dan para mil historias, no son menos los casos que han detectado de suplantación de identidad. Han vivido situaciones tan bizarras como la misteriosa desaparición de la fotografía de un documento de identidad. «Se la había comido», indican los dos agentes. «Sospechaba que íbamos a pillarle y optó por ingerirla para que no pudiésemos demostrar que se presentaba por otra persona». 

Los que se examinan con el nombre de otro, además de unos auténticos 'hachas' en conocimientos de los test, son reincidentes. «A uno le pillamos en la Jefatura Provincial y al día siguiente le vimos aparecer en Miranda. Al vernos, se dio a la fuga y tuvimos que perseguirlo por la calle. Cuando le cazamos nos dice: a Bilbao no vais, ¿verdad?», sonríen. 

Aunque lo que sigue sorprendiendo a los miembros del GIAT es la obsesión de algunos conductores que acuden en su propio coche a examinarse para recuperar el carné. Advierten, por cierto, de que no son pocos. «No se cortan, y eso que les tienen avisados en las autoescuelas de que vamos a estar allí, que les tenemos vigilados. Porque muchas veces sabemos quiénes son y, por sus antecedentes, observamos si cometen alguna ilegalidad. No falla que, al menos uno, se vaya de allí con su vehículo», indica el cabo primero Chema. 

Algunos intentan disimular un poco y aparcan a varias calles de allí para no ser descubiertos. Otros, sin embargo, van a pecho descubierto. «El otro día vimos a uno que, según salió, enfrente de la puerta abrió un coche y arrancó el motor. Fue ya un completo descaro», relatan.