Las IGP saltan a la artesanía

P.V.
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El Parlamento Europeo ha aprobado el texto para la protección de las Indicaciones Geográficas Protegidas para productos no agroalimentarios, una figura que beneficiará a varios sectores en Castilla y León

Cazuelas y otros productos elaborados con barro por un artesano de la localidad vallisoletana de Portillo. - Foto: Jonathan Tajes

Ha sido un largo camino, pero los productos no agroalimentarios de Castilla y León han conseguido su objetivo: protegerse frente al intrusismo y falsificaciones, además de incrementar su reconocimiento. Un proceso que se ha alargado durante unos quince años y que llegó a un punto clave hace unos días con la aprobación definitiva por parte del Parlamento Europeo del texto para la protección de las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP), aunque todavía quedan peldaños por superar hasta que por fin las cazuelas de barro de Pereruela o los bordados de la Sierra de Francia tengan su propia marca reconociendo tanto su origen como forma de producción.

La norma, que salió adelante hace unos días en el Parlamento Europeo con 616 votos a favor, nueve en contra y siete abstenciones, permite garantizar que productos con renombre estén protegidos tanto en la UE como a nivel global. Tras el camino emprendido, ya sólo resta la aprobación definitiva en el Consejo Europeo, que podría suscitarse en el mes de octubre, para que estos oficios cuenten con protección europea, aunque todavía quedan un par de años de tramitación para que se convierta en una realidad.

«En la Comunidad se puede beneficiar de esta declaración multitud de sectores, desde la alfarería, la piedra, los tejidos vegetales hasta el mimbre. Es muy amplio», asegura el gerente del Centro Regional de Artesanía de Castilla y León (Cearcal), Félix Sanz. Explica que todavía habrá que esperar al menos un año para poder comenzar a presentar las solicitudes, ya que ahora comienza una tramitación burocrática que pasa por procesos como la traducción a todos los idiomas de la Unión Europea del texto legislativo. Además, son los municipios, organizaciones o asociaciones artesanas de cada zona los que deben solicitar las denominaciones de origen de sus productos o su forma de producir.

«Es una oportunidad para hacer visibles una gran cantidad de productos y su entorno, porque se vincula con la zona donde se produce y de esta forma se suma un recurso más a la comarca», añade Félix Sanz, que valora la declaración de IGP para productos no agroalimentarios como «una herramienta muy interesante para fomentar el turismo».

Aunque todavía no se conoce el número de productos de Castilla y León que se podrían beneficiar de este cambio en la legislación, Sanz pone como ejemplos la alfarería de Pereruela (Zamora), la extracción de la pizarra de El Bierzo en León o los bordados de la Sierra de Francia en Salamanca. Pero hay muchos más por la gran cantidad de artesanos que desarrollan su labor en nuestra Comunidad.

Para el gerente de Cearcal, la nueva norma de la Unión Europea es «fundamental» para terminar con el intrusismo y las falsificaciones que sufren. «Es un paso muy importante para el sector artesanal de toda Europa porque nos protege de productos de otros países que copian las fórmulas que se hacen en Castilla y León», reitera Félix Sanz, que concluye que «al final es defender la identidad de las cosas».

El texto aprobado unifica reglas nacionales divergentes sobre registro, control y aplicación de la protección de las indicaciones geográficas, tareas que quedarán repartidas entre las autoridades nacionales y la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea. En virtud de la norma, las empresas más pequeñas recibirán apoyo para tramitar las solicitudes.

A diferencia de la protección de las indicaciones geográficas de los alimentos, vigente en la UE desde hace años, la protección de la artesanía y los productos industriales se hizo posible tras la adhesión de la UE al Acta de Ginebra en 2019, que permite que los productos locales no alimentarios sean reconocidos mundialmente.