La recuperación de la actividad en el 2022 permitió al HUBU alcanzar el mayor porcentaje de cirugías sin ingreso desde que hay registros públicos: el 58% de las 23.025 practicadas. Es decir, que el hospital está a punto de conseguir que seis de cada diez pacientes puedan dormir en sus casas el mismo día en el que han sido intervenidos, lo cual se considera ventajoso para el enfermo, por cómodo y seguro, y para el sistema sanitario, por la reducción de costes que conlleva evitar hospitalizaciones.
Hay otras razones que avalan el creciente volumen de las operaciones ambulatorias, pero estas dos son las principales y las que más se esgrimen para justificar el interés por potenciar esta modalidad quirúrgica, que en Burgos llegó de la mano de Cirugía General y del especialista Juan Luis Seco, jubilado hace años.
El jefe de este servicio ahora, Miguel Ángel Álvarez, aclaró desde su toma de posesión, en el verano de 2020, que incrementar el porcentaje de cirugía ambulatoria era un objetivo prioritario. Fundamentalmente, porque además de que se reduce el riesgo de que el paciente sufra infecciones propias de los hospitales durante el postoperatorio, porque las cirugías sin ingreso facilitan la rotación de enfermos y ayudan a reducir la lista de espera. Y, teniendo en cuenta que el HUBU cerró el 2021 con 5.515 personas pendientes de entrar en quirófano por razones atribuibles exclusivamente a los recursos de Sacyl (otras mil ni siquiera tienen fecha de operación), es fácil entender por qué, tanto la dirección del hospital como Sacyl tienen interés máximo en potenciar las intervenciones sin hospitalización en las indicaciones en las que es posible. Hay otras en las que el paciente tiene que dormir sí o sí en el centro sanitario.
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