Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


A presto, Silvio

15/06/2023

Creí que había entendido Italia como nación hasta que un tema me tiró al suelo la idea que tenía del país que me acogía: Silvio Berlusconi.

Yo vivía una vida completamente romana: aprendí la lengua, las costumbres y las formas capitolinas. Era como ese delantero suizo que aterriza en el Sevilla y, después de varias temporadas, habla un perfecto andaluz, desayuna un mollete con aceite y sale en procesión cada abril -pero que continúa conjugando mal los verbos-.

En versión italiana, yo vivía igual: pronunciaba a la romana, mi quesero de confianza me enseñaba qué tipo de producto le iba mejor a cada pasta y me hice a vivir en una ciudad ensordecedora. Siempre estuve agradecida a mis amigos autóctonos que soportaban mi italiano incomprensible mientras me presentaban a toda su familia y me dejaban en la cocina con su mamma.

Cené lentejas en Nochevieja, abandoné los macarrones con tomate e hice mío el allá donde fueres, haz lo que vieres. Completamente asimilada, a pesar de mi mala pronunciación, hasta que llegaron las elecciones y apareció Berlusconi en la pantalla.

Cuando cogí el avión me llevé de España la idea de un mujeriego, con aspecto de figura de cera y con comentarios inapropiados -daba igual la circunstancia-. Y cuando el tema salió por primera vez entre mis amigos, tanto votantes de centro-izquierda como centro-derecha, sólo podían hablar maravillas sobre su gestión. Yo alucinaba. Daba igual con quién sacase el tema: parecía que había sido el mejor líder desde Julio César.

«El odio descarado de toda Italia se derramó sobre ti, pero aún así te mantuviste de pie. Que tengas un buen viaje, Silvio». «El hombre de las instituciones». «Cuando mueves el mundo sólo gracias a la fuerza de la palabra y del carisma. Menos mal que está Silvio». Todos, comentarios de mis amigos -de toda ideología- al enterarse del fallecimiento del expresidente.

Puede que sólo conociese una parte de la sociedad, pero me daba cierta envidia la unión que existía en ciertos temas en el país: la carbonara no lleva nata, la vida se vive con pausa y a los expresidentes se les respeta (no sólo hoy, después del entierro).