Miguelón era más de rugby que de tenis

I.L.H. / Burgos
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Adrián de Pablo da las claves sobre la capacidad atlética del Homo heidelbergensis

El investigador del Equipo de Atapuerca Adrián de Pablo ofreció una charla en el Museo de la Evolución Humana. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

 
Miguelón -el antiguo, no el que se subía a una bicicleta- no sería capaz de correr los 100 metros lisos a una velocidad de vértigo ni delante de una pantera y tampoco podría competir con Rafa Nadal en una pista de tenis. Ni siquiera se le daría bien emular a Induráin, o mejor dicho precederle. Hace 500.000 años los homínidos como Miguelón no tenían un cuerpo atlético, pese a llevar una dieta carnívora. Eran más bien «anchos y robustos y algo bajitos», fibrosos pero nunca ágiles, con fracturas por una vida de ejercicio duro  que en nada se parece a las lesiones tipo «codo de tenista».
Basándose en los huesos encontrados en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, el investigador del Centro Mixto UCM-ISCIII de Investigación sobre Evolución y Comportamiento Humanos, Adrián de Pablos, hizo ayer una radiografía de la capacidad atlética del Homo heidelbergensis, o lo que es lo mismo, de Miguelón y su «equipo». Para el investigador de Atapuerca, los deportes en los que podrían despuntar los homínidos de hace 500.000 años serían el rugby, el lanzamiento de peso, disco o jabalina, o incluso la lucha. Nada de tenis ni atletismo. Si no eran ágiles para correr delante o detrás de una presa, suplirían esa deficiencia física con lanzas o herramientas similares porque lo que se dice ligeros, no lo eran.
Con una complexión acorde a 90 kilos de peso, 1,65 metros de altura y un pie con una superficie articular más ancha que la nuestra, practicar deporte de la Sima de los Huesos incluía además fuertes lesiones. «Tenían una vida dura enfrentándose a la naturaleza, pero en los restos hallados no han llegado hasta nosotros fracturas que les impidiera moverse. Sí que hemos encontrado multitud de golpes en el cráneo y lesiones derivadas de un sobre esfuerzo físico. Son pequeñas fracturas por estrés de los miembros inferiores que las sufren aquellos que hacen un gran esfuerzo físico durante mucho tiempo, como un corredor de maratón o un soldado», apunta el miembro del Equipo de Investigación de Atapuerca.
Las fracturas gordas, aquellas que les impidieran desplazarse, no se han encontrado en los restos, quizá por la teoría de los Dejados atrás que compromete la supervivencia. Aquellos que no podían continuar con la marcha del resto, es probable que quedaran atrás y por eso no se han hallado restos.  
En la charla Deportistas de hace 500.000 años que ayer ofreció en el Museo de la Evolución Humana dentro del ciclo ATA Nuevos descubrimientos, De Pablo también hizo mención a la diferencia entre sexos: «Las que había hace 500.000 años eran muy similares a las actuales, teniendo en cuenta que las compañeras de Miguelón eran como él, robustas y fuertes».