Como el agua

I.L.H.
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De la Gándara compara los estados de este recurso natural con el comportamiento humano en un ensayo poético y lleno de confidencias

Jesús de la Gándara ha publicado el libro ‘Agua somos’. - Foto: Patricia

Ayer se celebró el Día Mundial del Agua y Jesús de la Gándara, que confiesa tener una relación muy especial con ese recurso natural, le ha dedicado un libro, entre el ensayo antropológico y las confidencias. El psiquiatra aunque burgalés nació en el valle del Jerte, conocido como el valle del agua, y su apellido da nombre a un pequeño río de Cantabria. Un día de pesca con su padre tuvo un susto por una riada y junto al mar Cantábrico escuchó los mejores cuentos de su infancia. No puede vivir sin tocar la nieve o pasear entre las olas y las zonas húmedas le encantan «porque se te mete el agua por los poros».

Su vínculo con uno de los cuatro elementos es tan estrecho que ha escrito 'Agua somos', editado por la Junta de Extremadura, un ensayo poético en el que relaciona los estados y las formas que adopta el agua con el comportamiento y las manifestaciones del ser humano. Ser agua, ser vapor, ser humedad, ser nieve, nube, hielo, glaciar, escarcha, burbuja, niebla, rocío, lluvia, garganta, géiser, orilla, ola, lágrima...  En la primera parte el autor describe lo que hace el agua con el ser humano y en la segunda lo que el individuo hace con ella, cambiando el tono en cada momento y procurando siempre que esas narraciones cortas «sean intensas y profundas, dotándoles de mucha riqueza bibliográfica».

Que el agua sea casi gratis nos va a salir muy caro»

«El agua es equiparable con todos los rasgos del temperamento humano. En algún momento adoptamos alguna de esas formas: a veces somos más fluidos, otras más esquivos o  duros. Por ejemplo, dedico un capítulo al agua apresada, y como ella los seres humanos siempre estamos buscamos la forma de escapar», resume.

Si fuera todo el tiempo agua, De la Gándara sería «una garganta con un río pequeño porque soy impulsivo, abrupto, no puedo estar quieto y me gusta la movilidad, la naturaleza, la tierra, lo salvaje».Y a la vez se identifica «en los márgenes del mar, en las orillas de lo fértil, donde no se sabe quién es el que da y quién el que toma, la tierra al agua o el agua a la tierra».

Pero además de poético, se pone serio al hablar del agua como un bien escaso, un problema al que alude el lema del Día Mundial de este año: Acelerar el cambio para conseguir que llegue a todos los rincones del planeta, incluso a los más pobres. «En el fondo ese es el mensaje del libro. Siempre he vivido cerca del agua y la cuido, pero no tenemos consciencia de que si no lo hacemos bien, el agua nos mata», asegura mientras menciona el gasto por el agua, del que se paga solo el mantenimiento de las tuberías: «Que el agua sea casi gratis nos va a salir muy caro», insiste. 

Me identifico con una garganta de un río pequeño porque soy impulsivo y abrupto»

Y qué decir del agua turbia, otro capítulo interesante, al igual que las residuales sin olvidar el de las alcantarillas, que asemeja con un psicoanalista que se mete en nuestra cabeza para sacar lo que huele mal.Porque esas aguas son también una declaración de lo que somos.