La Plaza Mayor cumple 20 años peatonalizada

D. ALMENDRES
-

La profunda transformación del entorno cambió la forma de entender y ocupar los espacios públicos del centro. Los representantes del sector destacan los beneficios de una apuesta que se adelantó a las actuales políticas de movilidad

Alonso Martínez (CalzadosRuiz) yCarlosRuiz (Chapero) destacan los beneficios de la intervención. - Foto: Valdivielso

Más allá del debate estético, la remodelación integral completada hace 20 años en la Plaza Mayor y en Santo Domingo supuso el inicio de una nueva forma de entender y de ocupar los espacios urbanos. Comenzó entonces un intenso plan de peatonalización que se extendió a otros puntos del centro de la ciudad, como Laín Calvo, La Moneda, Santocildes, Almirante Bonifaz o Alonso Martínez.

Este nuevo concepto alteró de lleno a la rutina de los vecinos y, sobre todo, trastocó la filosofía del comercio.Una transformación de aquella magnitud no solo tenía un evidente impacto visual. También cambió de golpe el día a día de los profesionales, quienes vieron con mucho recelo estas políticas 'invasivas' del entorno.

Había un miedo real a que esta primera gran actuación solo sirviera para aislar a los negocios y a los barrios afectados. Sin embargo, lo que realmente ha cambiado en este tiempo es la mentalidad de una sociedad que ahora no entendería la presencia de coches en cada rincón. «Los centros de las ciudades son para vivirlos a pie y para disfrutarlos sin contaminación ni peligro por el paso de vehículos», indica Consuelo Fontecha, presidenta de la Federación de Empresarios de Comercio (FEC).

Por ello, el sector elogia hoy aquella controvertida intervención. El balance es positivo, tal y como asegura el presidente de la Asociación Centro Burgos. «Todavía se puede ver con la perspectiva de antes, cuando ibas con el coche hasta la puerta del comercio, pero eso ya no es así», aclara Raúl Martínez.

La remodelación integral de la Plaza Mayor fue «una apuesta novedosa» que levantó mucha polvareda porque los comerciantes pensaban que sería un desastre. «Pensábamos que iba a ser una catástrofe», recuerda Raúl Martínez, quien insiste en que actualmente «todo se ve de otra manera». «Cuando estás acostumbrado a hacer las cosas de una manera, cuesta cambiar. Fue difícil de entender y de asimilar en su momento, pero ha sido positivo», defiende.

Aquel «trastorno momentáneo» dio paso a un «avance importante para el desarrollo de la ciudad», sobre todo desde el punto de vista «turístico y comercial». Por ello, desde la Asociación Centro Burgos descartan que aquellas peatonalizaciones hayan influido en el delicado momento que vive hoy el comercio.

«Se ha evolucionado hacia otros modelos de negocio que nada tienen que ver con aquellas intervenciones. Ahora hay sitios donde puedes aparcar y también han bajado las ventas porque la competencia está en Internet», explica un Raúl Martínez que aboga por ofrecer «un servicio distinto».

Consuelo Fontecha respalda esta conclusión y defiende que aquella peatonalización, como ocurrió con otros ejemplos, fue «beneficiosa» y recuerda que el consumidor dispone de aparcamientos en la Plaza Mayor, Plaza España o el Museo de laEvolución para «resolver cualquier incomodidad». 

Parece claro que aquella profunda remodelación fue la precursora de las filosofías que ahora se defienden. Burgos dio forma a un proyecto «futurista e innovador que no cuajó por diferentes circunstancias». «La idea era muy buena, pero quizá no era el sitio indicado», zanja Raúl Martínez.

Si cambiar la manera de entender el uso de una zona «siempre es difícil», los comerciantes de la Plaza Mayor sacaron su máster particular en paciencia y buen hacer. Consuelo Fontecha asegura que la idea de la intervención «fue buena», aunque las constantes actuaciones posteriores también afectaron «muchísimo» a los negocios.

El mapa comercial del entorno ha cambiado de forma radical en estos 20 años, pero todavía existen comerciantes al pie del cañón que vivieron todo el largo proceso de transformación de la plaza. La Juguetería Chapero y Calzados Ruiz fueron testigos directos de unos trabajos que, a pesar de las constantes molestias, fueron «positivas».

«Las obras alejan a la gente de la calle y es perjudicial para el comercio», indica Carlos Ruiz. El responsable del emblemático comercio recuerda la tarea extra de aquellos tiempos, cuando barrían la tienda «por la mañana y por la tarde porque se llenaba de la arena que pusieron debajo del clínker». «Era un desastre», resume.

Con todo, aquella transformación «fue buena para el centro». «Al principio no estábamos conformes, pero se ha demostrado que fue un acierto», señala, sin olvidar las sucesivas actuaciones que volvieron a afectar a los negocios de la zona. «El cambio de pavimento, los soportales...he conocido cuatro obras en la Plaza Mayor», matiza.

Por su parte, Alonso Martínez es la voz de la experiencia del comercio y asume estas circunstancias como gajes del oficio. «Todas las obras generan molestias», asume, para quedarse con la cara amable. «Se ha demostrado que la gente que estaba en contra estaba equivocada. Y se está viendo ahora se quiere dar otra vida a Gamonal con un modelo similar al de la Plaza Mayor», expone.

Si bien las ventas «bajaron mucho» durante la realización de los trabajos, Martínez recuerda que estos negocios están habituados a la inestabilidad. «El comercio es como la agricultura, muy sensible a una situación adversa», resume. Afortunadamente, todo valió la pena y ahora los negocios se enfrentan a otros problemas que requieren toda su atención.